Bahías bioluminicentes
En las noches más oscuras, aquellas sin luna, las aguas de las bahías bioluminicentes de Puerto Rico se llenan de brillante luz azul. El menor movimiento sobre sus aguas, como el ocasionado por agitar la mano, mover un remo, o mecer el bote, hace que todo se ilumine y brille. La luz parece pegarse por segundos a la mano, al remo, o al bote, algo verdaderamente mágico. Este fenómeno, causado por unos microorganismos dinoflagelados, que emiten una luz al ser tocados, ocurre solo en doce bahías del mundo, tres de ellas: Laguna Grande, en Fajardo, Bahía Fosforescente, en la Parguera y, la más espectacular de todas, Puerto Mosquito, en Vieques, están en la isla caribeña.
Puerto Rico es una isla de maravillas. El Viejo San Juan, con sus mansiones coloniales, capillas y hermosas iglesias, como la catedral de San Juan Bautista, parques y estrechas calles empedradas, y especialmente, sus fuertes coloniales, dan para agradables días de exploración.
El fuerte de San Cristóbal, el más grande del Nuevo Mundo, fue construido a partir de 1634 y se conoció como el “Gibraltar de la Indias”. San Felipe del Morro, el fuerte más antiguo, cuya construcción comenzó en 1539,es un laberinto de torreones, barracas y rampas, desde donde se protegía la entrada al puerto. Aquí hay un pequeño museo de uniformes y armas usadas por los conquistadores.
Para mí, el Parque de las Palomas es especialmente atractivo con sus inmensos arboles y cientos de palomas lidiando por unas migas de pan. De allí se puede caminar por la muralla, o por el Paseo de la Princesa, construido en honor a la Princesa de Asturias.
Si de playas se trata, aquí hay para todos los gustos. Playa Flamenco, en Isla Culebra, es considerada una de las más hermosas del mundo, aguas perfectamente cristalinas y arenas como polvo rosado, se puede llegar en ferry o en catamarán.
Para escapar del calor de San Juan y de las playas, el lugar ideal es el Bosque Pluvial 'El Yunque', con vegetación de selva subtropical. Este se encuentra del lado oriental de las montañas de Luquillo. Aquí, en las tardes, el aire se llena con el canto de las coqui, ranitas arbóreas que nos arrullan. Dice la leyenda queel buen espíritu, Yuquiyu, reinó en esta poderosa montaña, y desde ella impartió protección al pueblo Taíno. El Yunque es ideal para caminatas exploratorias que nos permiten descubrir su flora, bañarse en uno de sus múltiples pozos formados por caídas de agua fresca y, quizá, toparse con la esquiva cotorra de Puerto Rico, rara vez vista, en peligro de extinción.
En la “ruta panorámica”, el camino que va por el lomo de la Codillera Central, disfrutará de enormes cedros, almendros, mangos, palmas y exuberante bambú y en Toro Negro habrá llegado a la caída y el punto más alto de la isla.
En Puerto Rico el ambiente es muy cercano al de nuestro Caribe; el idioma, la música y la comida nos son conocidos. Se toma un excelente ron y se fuma un excelente tabaco.
Para mis lectores, en donde quieran que estén, feliz Semana Santa.