MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Diciembre de 2013

Menos insultos y más pruebas

 

En  la noche del viernes 29 de noviembre, durante la entrevista de Yamid Amat, vimos al expresidente César Gaviria vociferante y  desencajado de furia por el contenido del libro, Memoria Olvidadas, del expresidente Andrés Pastrana. Durante dicha entrevista Gaviria soltó toda clase de insultos y acusaciones contra Pastrana. Varias veces su voz se resquebrajó de ira.

Lo que enfurece de tal manera a Gaviria es que Pastrana asegura, en el segundo capítulo de su libro, “La Prueba Reina”, que Gaviria, entonces Presidente, conocía  de la existencia y  contenido de los famosos narcocasetes, causantes del Proceso 8.000, antes de que Pastrana se los entregara.

Y ¿cómo no? Si ahora sabemos que dichas grabaciones fueron hechas por el grupo especial que perseguía al cartel de Cali, formado por orden del propio Gaviria y de su ministro de Defensa, Rafael Pardo. Luego, era natural que ellos supieran de su existencia y seguramente su contenido, en el cual, como todos oímos en su momento, es aparente la filtración de dineros de dicho cartel en la campaña del entonces candidato Ernesto Samper.

Las preguntas que surgen son ¿por qué, si Gaviria sabia la existencia de dichas grabaciones, no las hizo públicas? Y ahora, después de oír las acusaciones de Gaviria en contra de Pastrana, ¿si Gaviria tenía información contra la campaña de Pastrana, por qué tampoco dijo nada?

Estuve presente en el lanzamiento del libro y en ningún momento Andrés Pastrana insultó o denigró de Gaviria, o de Samper. Simplemente expuso sus opiniones, pruebas e interrogantes, surgidos del análisis que por años ha hecho de uno de los momentos más duros  y criticados de su vida política.

Una de las preguntas hechas por Pastrana que más me intrigaron es ¿por qué la prensa del momento, no destapó el contenido de dichos casetes a su debido tiempo y en, muchos casos, hasta ignoró su existencia?

Ese momento en la historia colombiana dejó muchos interrogantes que no han sido aclarados; y, por lo visto, a muchos aterra se desentierren e intentan acallar su mención con una andanada de insultos, mas no de pruebas. Una vez más se pretende ignorar al “elefante en la sala” mencionado por el entonces arzobispo de Bogotá,  monseñor Pedro Rubiano.

Si César Gaviria tiene pruebas para desmentir o acusar a Pastrana, las debe presentar, porque con gritos e insultos lo que hace es profundizar entre los colombianos ese sentimiento de que fuimos engañados, que el Proceso 8.000 fue un fraude en donde la orden fue “tapen, tapen”, algo tan usual  en Colombia.

Yo reto al expresidente Gaviria a que presente pruebas sobre lo que dijo en tal entrevista. Ya Pastrana presentó las de él en el libro, ahora le toca a Gaviria.

A ver quién se le mide a ir a interrogar a los Rodríguez Orejuela, hoy encarcelados en  EE.UU. ¿Interesante saber que dicen hoy?

Lamentablemente, los actores políticos de hoy son los mismos de ese momento. No en vano tantos pensamos que la mayoría de la presente clase política es un cáncer que debería ser extirpado con una buena dosis de verdad.