Los enemigos del Ejército
Toda nación civilizada y democrática se caracteriza por su aprecio hacia sus fuerzas armadas y policía. Son ellas las guardianas de la democracia, sus instituciones, la integridad fronteriza del país y, más importante aún, la seguridad ciudadana.
El Ejército Colombiano, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía han cumplido con su deber a cabalidad durante medio siglo de conflicto armado. Han combatido valerosamente una multitud de frentes, desde terroristas, narcotraficantes, paramilitares y bandas criminales de todo tipo.
El costo para estas instituciones ha sido inmenso. ¿Cuántos soldados, policías y oficiales han muerto y cuantos han quedado mutilados en estas décadas de lucha? Vayan ustedes a cualquier hospital militar para que vean cuantos hombres y mujeres hay allí carentes de brazos y piernas, ciegos o quemados por los terroristas que hoy demandan toda clase de privilegios, o por algunas de las minas antipersonales sembradas por ellos. Y qué decir de todos aquellos que fueron secuestrados, privados de su libertad por años, sin juicio alguno. Encerrados en la selva, en jaulas de alambre de púas, sin derecho siquiera a recibir noticias de sus familiares.
Para cualquier ciudadano, independiente de su filiación política, esto debería ser doloroso. Sin embargo, los acontecimientos recientes, el más grave de todos, la caída de la reforma del fuero militar, “por fallas insubsanables de forma”, confirman una vez más, que en Colombia, los enemigos de las Fuerzas Armadas y la Policía son poderosos, que están en todas partes y lo peor de todo, que están ganado la batalla en su contra. Son estos mismos los que abogan por conceder a los asesinos de las Farc toda clase de derechos políticos, sin que pasen un día en la cárcel, sin haber siquiera reconocido sus crímenes, ni mucho menos pedido perdón a sus miles de víctimas.
Estos magistrados y congresistas que tan juiciosamente buscaron y encontraron una mínima falla de procedimiento para tumbar el fuero militar han ignorado por años las aberrantes fallas en los juicios efectuados contra soldados, policías y oficiales, los testigos y testimonios falsos, las monstruosas incongruencias, las verdaderas “fallas de procedimiento” cometidas por algunos jueces y las condenas absurdamente exageradas que se les han impuesto.
Algo me hace pensar que parte del afán de tumbar la reforma del fuero militar tiene mucho que ver con las negociaciones que se llevan a cabo en La Habana. Esto le da fuerza a las propuestas de impunidad que pretenden imponer las Farc. ¿Cómo? Pues ahora el fuero militar será manejado como una ficha más para obtener esa impunidad tan buscada por las Farc.
¡Qué esto suena descabellado! Esperen y verán. Con piel de oveja algunos ofrecen incluir a los militares y policías en la amnistía que se les conceda a las Farc. Con esto se pretende igualar a quienes lucharon por mantener nuestra democracia, con aquellos que por medio siglo han pretendido acabar con ella. Será que esta es la única manera de que nuestros soldados tengan verdadera justicia. ¡Qué vergonzoso triunfo para los enemigos del Ejército!