De toros y niños
IBA a escribir sobre lo absurdo que me parece que en el debate acerca del paramilitarismo en Colombia el próximo martes no se pueda mencionar el nombre del senador Uribe, pero analizar más las acrobacias del expresidente me aburre. Mi sugerencia es que ya que logró ser el "innombrable" como en el brujo de Harry Potter, pues que lo dejemos de ese tamaño.
La semana pasada estaba con mi pequeño hijo, quien hace unos pocos meses adoptó una gatica de dos meses de nacida. Estábamos jugando y observando los movimientos y pilatunas del animal que planeaba un triple salto mortal desde el suelo a una silla para terminar encaramada en un biombo a casi dos metros del suelo, cuando le comenté al niño, -“¿sabes que hay adultos que creen que los animales no piensan?"-. En realidad quise decir que no "sentían", pero me salió el verbo pensar por delante. El niño levantó la ceja, me miró con asombro y respondió, -"¿Qué no piensan? Pero cómo se les ocurre decir eso, ¡mira la gata, es obvio que piensa!".
Yo traducía el verbo pensar por sentir. Confieso que puedo ser uno de esos adultos locos que cree que los animales no piensan aunque haya presenciado cómo planeó ese triple salto mortal y el cálculo exacto para no caerse. Bajé la cabeza y asentí con tristeza que en efecto hay unos adultos que creen que los animales no sienten y por eso prima más el "arte" que la dignidad de sus vidas. Confieso que me cuesta entender cómo la misma Corte Constitucional que aprobó la adopción de niños y niñas por parte de parejas de homosexuales, esa Corte que hace una semana alabé por progresista, defienda una manifestación cultural tan retrógrada y violenta como lo son las corridas de toros.
Lo único que había hecho medianamente bien Petro, era haber suspendido las corridas, y ahora vuelven y renacen con argumentos que nada tiene que ver con el derecho y defensa de la vida de los animales. Triste que en enero y febrero de 2015 tengan la muerte asegurada varios toros. Comprendo que hay personas cuyo sustento depende de las corridas, pero tal vez llegó el tiempo en que esas actividades económicas sean sustituidas por otras habilidades que no tengan que ver con la ejecución salvaje de un animal.
Los niños y niñas de estas generaciones nuevas tienen un nivel de conciencia espiritual mucho más evolucionada que las de antaño. Y es evidente que así como hoy el enfrentamiento de gladiadores y leones en la Roma antigua nos parece abominable, para los nuevos niños las corridas de toros serán en el futuro el recuerdo de una fiesta violenta e indigna en contra de los animales.
@andreanietou53