MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Septiembre de 2014

Adopción gay

 

Los  niños merecen tener hogares donde sean amados. El fallo trascendental de la Corte Constitucional que permitirá de ahora en adelante la posibilidad de la adopción de niños por parte de parejas gay, coadyuvará a que muchos pequeños habiten en hogares donde se haya esperado su llegada y por ende estén rodeados de amor.
Es muy importante comprender que la constitución de la familia es un concepto mucho más extenso y complejo que la tradicional conformada por un hombre y una mujer, pero es mucho más trascendental entender que esta dupla no garantiza que los niños crezcan primero, en hogares armónicos y segundo que sea garantía de una configuración heterosexual en la adultez. Lo he manifestado por años desde estas líneas, la mayoría de gay y lesbianas de estos tiempos y de los pasados fueron criados en hogares heterosexuales, razón por la cual la homosexualidad no se fundamenta en esa razón superficial. O mejor dicho sí, pero tiene otra connotación y es la que está relacionada con la capacidad que tiene el niño o la niña de hacer un proceso de identificación sexual con su madre o padre. Si un niño no logra entre los tres y cinco años de edad hacer esta identidad que implica en gran medida que el adulto le permita identificarse en roles, hábitos y actitudes, entonces queda un vacío que después será tratado de ser llenado precisamente con alguien de su mismo sexo, pretendiendo encontrar lo que le fue esquivo en la primera infancia.

Celebro que las parejas del mismo sexo en Colombia puedan adoptar a los hijos/as biológicos de uno de ellos. Soy partidaria de una adopción mucho más amplia, pero aplaudo el tránsito por una ruta más civilizada. De eso se trata la historia y los tiempos, de generar, sembrar y cosechar cambios que permitan formas más evolucionadas de convivencia. Ahora bien, el reto de las parejas homosexuales no es menor. Deben responder a la altura de las circunstancias y del momento histórico, y tal vez demostrar que los/ as niños/as cuando son tenidos en hogares amorosos y tolerantes se convierten en adultos respetuosos. Ya veremos qué sucede en el futuro, por ahora lo cierto es que el mundo entero criado principalmente por heterosexuales no es que se pueda complacer mucho del resultado, ¿o sí?