Reinventarnos
Hacía mucho tiempo que Colombia no se volcaba a las calles de manera masiva para celebrar un triunfo. La historia de la participación en marchas y recibimientos en los últimos años siempre tuvo un matiz: la guerra. Por eso las movilizaciones que más recordamos fueron en contra de las Farc y las de los recibimientos que estaban relacionados con la liberación de secuestrados. En esos eventos, el país entero se sintonizaba a través de los canales nacionales e internacionales que transmitían en vivo nuestro dolor. Pero en esta oportunidad, tal vez única en la historia, más de cien mil personas se volcaron a las calles vistiendo la camiseta amarilla de nuestra selección. Un grupo de veintidós jugadores que, bajo la dirección del argentino José Pékerman, nos enseñaron que es posible la unión, el trabajo en equipo, pero sobre todo, el éxito. Atrás quedaron frases mediocres de "perder es ganar un poco" y que "lo importante era participar en un mundial". Este equipo nos comprobó que además de ganas hay que tener disciplina, buen comportamiento, empeño, capacidad de luchar por un sueño hasta el último minuto de un partido y que la camiseta se suda durante todo el partido.
Confieso que las imágenes del avión de Avianca con la puerta cerrada en espera de que asomara el primero de nuestros campeones, me confundieron. Por un instante sentí que estaba esperando la liberación de alguien. Y no, resulta que estábamos de fiesta, agradecidos y sobre todo unidos. El gesto del copiloto de la aeronave ondeando la bandera por la ventanilla del avión además de espontáneo, resultó en extremo colombiano. Eso somos, aficionados pero sobre todo apasionados y creo que tal vez si supiéramos canalizar tanta pasión, nos convertiríamos en una gran potencia, no sólo deportiva, sino cultural, política, económica y social. Sí, somos una país de soñadores, de gente berraca, creativa, en extremo inteligente pero también, desenfrenada. Quizá este es nuestro mayor pecado, que consiste en que no tenemos límites y no nos gusta que nos los impongan.
La Selección no sólo nos enseñó que sí podíamos, sino que frente al éxito no sabemos muy bien cómo manejarlo. Nos matamos, nos emborrachamos y agredimos al vecino.
Lo cierto es que venimos en una racha de triunfos que exaltan nuestro amor por Colombia. Sí, los vientos han cambiado, estamos sintonizados con sentimientos positivos y de alegría. Soplan nuevos y renovados aires y si sabemos sintonizarnos con el cambio positivo, seremos un país que a pesar de los 50 años de guerra supo reinventarse a punta de goles y bailes de celebración.
@andreanietou53