MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Diciembre de 2013

Tiempo de siembra

 

Dice  la directora del Icfes, Margarita Peña, que no nos podemos echar a la pena por los resultados paupérrimos de las pruebas Pisa y que más bien hay que ponerse las pilas y tratar de encontrar soluciones inmediatas que le permitan al país salir del rezago educativo internacional en el que nos encontramos. Entre 65 países ocupamos el puesto 62.

De lo negativo habrá que encontrar elementos positivos y en lo personal creo que hay algo interesante que se está planteando a partir de los mismos resultados de las pruebas y que consiste en que los/as estudiantes que recibieron al menos un año de preescolar tuvieron mejores resultados. Este punto ha generado un debate, necesario y como siempre en nuestro país tardío, y que consiste en la necesidad de mejorar la atención educativa en los primeros años de vida de nuestros niños/as.

He defendido en estas líneas la idea de que la crianza es el tiempo de siembra definitivo para el ser humano. Este período transcurre desde el nacimiento hasta los 5 años y coincide con un hecho biológico en extremo importante y que consiste en el crecimiento del cerebro en un 85% de su tamaño final. Ese crecimiento no se produce por nada distinto al desarrollo de conexiones neuronales que se genera gracias a los estímulos que el/ niño/a recibe del mundo externo y que por supuesto provienen la mayor parte del tiempo de sus cuidadores. Entre más conexiones neuronales se produzcan más crece el cerebro. En este tiempo de vida del niño ocurren procesos en extremo importantes para el desarrollo físico, intelectual, emocional y espiritual del futuro adulto y que tiene que ver con la fase oral que se desarrolla con una lactancia mínima de seis meses y hasta los dos años, el control de esfínteres (a los tres años) y el proceso de identidad sexual (entre los 4 y los 5 años).

Cuando estas fases terminan quedan grabados para siempre los aspectos emocionales e intelectuales con los que el niño afrontará la vida en el futuro.

Si queremos mejorar en las pruebas y en el sistema educativo en los próximos 20 años, se debe asignar a los mejores maestros en jardines infantiles y en la primaria. Será costoso como inversión, pero mientras sigamos pensando que los/as niños/as son habitantes de segunda en esta sociedad, seguiremos como el cangrejo en las evaluaciones internacionales. No daremos pie con bola ni en matemáticas ni en lenguaje, si los niños evaluados, no han tenido infancias asertivamente sembradas.