Borrachines
Colombia, según la Organización Mundial de la Salud, ocupa el puesto 20 entre los países donde más personas mueren a causa de accidentes de tránsito causados por el consumo del alcohol.
Sin lugar a dudas, las muertes por efecto de la mezcla fatal entre gasolina y alcohol a estas alturas de nuestra historia, se constituye como un problema de salud pública, que hasta el momento nadie ha querido asumir en términos de legislación, justicia y prevención. Este es un país en extremo permisivo con el consumo del alcohol porque es una sustancia esencial en el desarrollo de todas nuestras actividades sociales. Desde el nacimiento de un bebé hasta la muerte de una persona. Tomar en Colombia es un acto que se enseña en los hogares. En muchas familias, y sobre todo a muchas mamás, se les oye decir la frase “si mi hijo se va a emborrachar por primera vez, prefiero que lo haga en la casa”, dando por hecho que tomar trago se debe aprender y que para hacerlo el mejor el mejor espacio es en la casa.
Seamos realistas y honestos. El problema de los accidentes de tránsito causados por el consumo de alcohol en Colombia tiene su origen en las familias, y en este sentido la solución se encuentra en el mismo lugar.
Es necesario también entender la razón por la que se consume alcohol, en la búsqueda de obtener un cierto grado de relajación de las tensiones y problemas de la vida diaria. Me tomo un trago para desestresarme, porque fue un día difícil en la oficina, porque tuve un problema o porque quiero celebrar una solución. Y una vez esa relajación se consigue, el consumo prosigue en términos de la sensación agradable que produce el sentirse a gusto en el medio en el que se está, con los otros y con uno mismo. El consumo del alcohol está ligado a una necesidad de sentirnos cómodos con lo que somos, con la realidad que nos habita (y que muchas veces nos incomoda), así la logremos olvidar por unas cuantas horas.
Este problema de salud pública no se va a solucionar con solo quitar pases de conducción, con más años en la cárcel y el evidente castigo y repudio social. Sí es necesaria una legislación severa, una con contenido pedagógico científico y especializado en la primera infancia, que llegue no solo a los colegios sino de manera fundamental a las familias, que es en donde se enseña a tomar trago.