“Niñismo”
La conquista de los derechos civiles y políticos de los distintos grupos humanos a través de la historia ha estado precedida por siglos de opresión y violación constante de los derechos humanos. A pesar de no querer caer en anacronismos que juzguen las costumbres de una época o una sociedad que desconocía formas más civilizadas de convivencia, confieso que tengo una preocupación constante y referente al bienestar de los niños y niñas que habitan nuestra tierra. Creo que con ellos hay una deuda histórica en lo que se refiere a la concepción y aplicabilidad de sus derechos humanos, civiles, familiares y por qué no, políticos también.
Si lo pensamos, desde la proclamación de los derechos de hombre y del ciudadano, la lucha abolicionista de la esclavitud, el feminismo, las movilizaciones en defensa de la población LGBTI, todas han sido emprendidas por adultos. Hombres y mujeres en pleno uso de sus facultades, con la fuerza de sus cuerpos y de sus ideas, que han decidido luchar por tener un mejor mundo en el cual habitar. A diferencia, en cambio, los niños y niñas están a merced de lo que los adultos decidan hacer por y con ellos.
Si bien la Unicef es la organización multilateral que aboga por mejores condiciones de vida para la infancia, sus acciones se quedan cortas, porque hay latitudes, donde no tiene acceso, ni derecho a opinar. Tal es el caso de China. La situación de la infancia en este país es más que dramática. La semana pasada se publicó el caso de un bebé de menos de un año de vida a quien su madre lactaba. La madre cegada por la ira que le produjo que el bebé la mordiera, le clavó al bebe noventa veces en todo el cuerpo las puntas de unas tijeras, para luego dejarlo abandonado en el piso e irse a terminar de hacer sus quehaceres. El niño fue rescatado por uno de sus tíos y en el hospital recibió más de cien puntos en especial en su rostro. Las imágenes le dieron la vuelta al mundo.
Y acá en Colombia, pensamos “salvajes chinos” como si en nuestras narices no se estuvieran viendo los casos de abuso intrafamiliar, golpes, violaciones y agresiones psicológicas. Creo que llegó el tiempo de considerar dejar a un lado el neofeminismo y pensar en una especie de “niñismo” si es que se me permite la expresión, que abogue por el respeto de los derechos de los niños, y con la misma vehemencia defienda las causas de aquellos que no tienen voz.