Niños abandonados
Es muy triste que Gilma Jiménez ya no esté para defender los derechos de los/as niños/as de Colombia. Se fue una gran mujer, pero sobre todo una gran política, que supo poner al servicio de los más débiles su capacidad de enfrentar la indiferencia de los/as políticos frente a las injusticias que tienen que vivir los niños en este país.
Una de estas dificultades en este sentido, la devela el informe de la revista Semana que demuestra la dificultad del proceso de adopción en Colombia. Según los datos, las adopciones en el país cayeron a la mitad producto de varias situaciones. La primera esta relacionada con el fallo de la Corte Constitucional, que obliga a que antes de que se entregue a un niño/a en adopción, se debe tratar de ubicarlo en su familia biológica. El segundo hace referencia a una investigación que adelanta la delegada para la defensa de los niños de la Procuraduría, Ilva Miriam Hoyos, que tiene entre ojos a varios funcionarios y defensores de familia que no se atreven a entregar niños en adopción hasta tanto la política en este sentido esté revisada y actualizada.
Esto ha generado un gran represamiento en las casas de adopción y es sin lugar a dudas una circunstancia de muy difícil manejo, ya que en la medida en que se prive a un niño de la fortuna de pertenecer a una familia, se generan lesiones emocionales incurables de por vida.
La revisión de la política de adopción en el país debe ser hecha tomando aspectos tan relevantes como la elaboración y ejecución de una Política de Salud Sexual y Reproductiva, que genere consciencia entre la población acerca de la gran responsabilidad que implica tener un hijo/a.
Un país con los índices de pobreza que tenemos, con guerra en los campos, con la miseria en las ciudades, debería tener un sistema público que enseñe y facilite el uso de métodos anticonceptivos para prevenir embarazos no deseados.
Así las cosas, la situación de la niñez en Colombia es más que dramática. Se fue la Senadora de los niños/as y mientras alguien ocupa su lugar (que ojala sea pronto) las autoridades dejan que pasen los días sin ofrecer soluciones eficaces. Y mientras tanto, los más desprotegidos, los seres sin voz ni voto, esperan en una cuna al final de un pasillo porque alguien venga a darles un abrazo.