Economía ficticia
Con todo el enredo de Interbolsa he querido regresar a los principios básicos e históricos de la economía para tratar de comprender qué es lo que sucede con las quiebras de este tipo de negocios, que se llevan por delante los ahorros de toda una vida de personas que confían en la promesa de ganar un dinero adicional a punta de tasas de interés. Y me encontré como es natural con el siguiente texto de La Riquezade las Naciones, de Adam Smith, “la mayoría de los préstamos se realizan utilizando el dinero, pero lo que realmente se presta no es el dinero, sino el poder de adquisición que representa”.
El dinero per se no tiene ningún valor de uso como sí de cambio, pero pareciera que a muchos se les olvida esa premisa y como bien lo enuncia Smith, lo importante es la posibilidad de adquirir un bien o un servicio. En términos modernos, para las personas que piden préstamos significa la posibilidad de adquirir una vivienda, un vehículo, estudiar o emprender un negocio. En últimas implica que el dinero permite en su valor de cambio acceder a bienes y servicios que generan una dinámica económica que en teoría estimula el crecimiento.
Ahora bien, la variable humana que entra en juego en este proceso de movimiento de dinero se llama ambición. Muchos lo han mencionado al analizar el caso de Interbolsa, y resulta que esa combinación letal de codicia y dinero hace que se pierda el norte de los préstamos en sí mismos como también lo determina
Smith, “el capital utilizado para los préstamos es un capital que el prestamista no desea invertir él mismo, al ser prestado el capital en dinero y ser devuelto en el mismo. El dinero no es más que el medio que permite que el capital de los prestamistas pase por varias manos que lo necesiten, ya que el dueño del capital
no desea invertirlo él mismo”.
Así que el dinero es un medio para generar riqueza, entendida no por la cantidad de monedas y billetes que se tenga acumulada, sino por la posibilidad productiva que representa. Ojala la debacle de Interbolsa sirva para pellizcarnos y revisar
dónde está acumulada la riqueza que producen los colombianos. Valen la pena los debates que sean necesarios en torno de una revisión del estado actual del sistema financiero, porque los bancos en Colombia ni en el mundo entero, son
generadores de riqueza, sino todo lo contrario, los receptores de la que produce el sector real de la economía.