MARÍA ANDREA NIETO | El Nuevo Siglo
Lunes, 1 de Abril de 2013

Tu = Yo

 

La conquista de los derechos civiles ha sido una larga batalla para la humanidad. Por cuenta de las diferencias, la historia ha estado plagada de discriminaciones en contra de los diferentes grupos sociales. Los ricos oprimen a los pobres, los hombres a las mujeres, las mujeres a los niños, los blancos a los negros, los heterosexuales a los homosexuales y sucesivamente así.

Pasaron siglos de total injusticia, hasta que lentamente los oprimidos empezaron a levantar su voz. En Occidente, fue Mary Wollstonecraft, la primera en escribir acerca de la “Vindicación de los Derechos de la Mujer” (1792), como una reflexión después de verse frustrada en plena Revolución Francesa  la posibilidad real de una ciudadanía universal tanto para hombres como sus pares las mujeres.

En 1862, Abraham Lincon, firmó la ley de la abolición de la esclavitud. En 1920 se concedió en Estados Unidos, el derecho al voto femenino.  Y sucesivamente así, las leyes han ido restableciendo poco a poco la dignidad de las personas, sin importar su credo, identidad de género o color de piel.

Por supuesto, siempre ante los cambios vienen los detractores, esas voces ignorantes e intolerantes que inoculan miedo y que no permiten pensar con claridad cuando el cambio se avecina.

Estamos asistiendo como espectadores y protagonistas al mismo tiempo a un punto de inflexión en la historia de la humanidad, que consiste en la aceptación de los derechos civiles de las lesbianas y los gays. La comunidad LGBTI, ha venido luchando desde décadas atrás para tener un lugar digno en la sociedad. La homosexualidad no es una enfermedad, como lo declaró en 1990 la Organización Mundial de la Salud. Las preferencias sexuales son un asunto que atañe la intimidad de cada persona, pero los estados y las democracias tienen el deber de velar por la igualdad y la equidad de sus ciudadanos/as.

Por eso es fundamental dejar la resistencia al cambio y aceptar que todos y todas somos iguales, que la inclusión civil y política es sustancial en un planeta donde aún persiste tanta discriminación, violencia física, mental y sexual contra las mujeres, los niños y las niñas.

Sin lugar a dudas en este siglo que apenas comienza asistimos como directos responsables de los cambios sociales más trascendentales de la historia de la humanidad. Y tenemos que estar a la altura de ello, por nosotros y las generaciones venideras.