El nuevo Congreso
“Ojalá se atreva a escribir la historia con su propio puño y letra”
Esperemos que sea el Congreso de la Paz. Esperemos que el legislativo responda con altura a los cambios históricos que se están escribiendo por cuenta del proceso en La Habana.
Confieso, desde ya, que no tengo mucho ánimo de seguir los debates del nuevo senador Uribe y sus senadorcitos y que como lo he manifestado de manera repetitiva en estas líneas, me parece una vergüenza absoluta que el primo hermano del mayor narcotraficante del mundo se siente a legislar sobre cómo debe ser la paz en Colombia.
Pero creo que precisamente tantas diferencias pueden significar que lo que se logre (o no se logre) en materia legislativa tendrá una legitimidad importante, porque lo cierto es que la izquierda, la derecha (la extrema sobretodo) y el centro, tendrán el espacio para encontrarse y discutir el proyecto de mayor envergadura en los 203 años de historia como República y que consiste en crear el marco de leyes que permitirán la finalización del conflicto, la reconciliación, la reparación, la verdad y las reglas de juego de la convivencia después de tantos años de guerra.
La representación de intereses políticos y visiones tan opuestas y diversas sobre lo que debe ser el rumbo del país en las próximas décadas, es importante en tanto que si se logran acuerdos estos serán avalados por las distintas esquinas ideológicas y permitirán que las leyes puedan ser útiles. Escribo un poco más con la esperanza que con la razón, pero creo que la ilusión de tener un Congreso que aprenda a trabajar en equipo, a pesar de las diferencias, no se debe perder. Hace poco un primo mío escribía desde Estados Unidos, donde se encontraba en un evento de alta tecnología, que estaba sorprendido que en lugar de la referencia tradicional que la gente tenía del país y la cocaína a través de chistes flojos, esta había sido reemplazada por un respeto gracias a la imagen que dejó el juego de la selección en el mundial de fútbol. Comentaba, que era increíble cómo un pequeño grupo de hombres, después de haber mostrado un juego limpio, había cambiado la percepción de todo un país y que los comentarios de esta gente lo hacía sentir orgullo patrio y un tanto de extrañeza también, supongo yo por lo que implica el cambio en la percepción de los otros sobre “nosotros”
Si cada uno de los integrantes del Congreso comprendiera más allá de sus intereses personales, la importancia de trabajar por Colombia, puede que entonces no solo sean espectadores del cambio que la sociedad anhela, sino que se atrevan a escribir la historia con su propio puño y letra. Por esto, no importa cuán difíciles sean los debates en torno al proceso de paz siempre y cuando se realicen con dignidad, respeto y tolerancia.