Luz, amor y consciencia | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Diciembre de 2023

Todos estamos hechos de luz, amor y consciencia. Estos días nos sirven para darnos cuenta de ello, por si no lo hemos hecho, o incrementarlos en nuestras vidas.

Sí, los seres humanos emitimos luz, aunque débil e imposible de ver a simple vista, como lo comprobaron el siglo XX los científicos Alexander Gurwitsch, en 1923, y Fritz Albert Popp, en 1986.  Este reconocimiento desde las ciencias, como tantos otros en tiempos recientes, confirman lo que ya sabemos desde la espiritualidad: los biofotones que emitimos son reflejo de una Luz más grande.  ¿Acaso no nos brillan los ojos cuando hacemos lo que amamos? ¿No nos hemos encontrado con personas que son resplandecientes? ¿O nos han dicho algunas veces que estamos luminosos? ¡Sí, reflejamos la Luz Mayor!

Ya sabemos que el amor es mucho más que una emoción o un sentimiento, pues es la fuerza más poderosa de los multiversos.  Esa fuerza permitió que el óvulo de mamá fuese fecundado por el espermatozoide de papá, y hace posible que una flor emerja del concreto: es el orden implícito en todo lo que existe, del cual nos habla el físico David Böhm.  Sí, la totalidad en nosotros guarda correspondencia con un Amor más grande, del cual todo proviene.  Otro tanto ocurre con la consciencia, la cual siempre está presente en nosotros, desde los instintos básicos hasta la conexión con lo trascendente.  La Consciencia, con mayúscula, se despliega en niveles a lo largo y ancho de toda la creación. ¿De qué sentipensamientos te das cuenta en este momento? Al reconocerlos, estás consciente.

Entonces, la Luz, el Amor y la Consciencia, con mayúscula, se manifiestan aquí, en este mismo instante.  En el cuerpo que eres, la familia a la que perteneces, la comunidad que te acoge, la vida misma que trae tanto incertidumbres como certezas.  ¿Cómo hacemos para manifestar esos tres atributos mayores en este y en todo tiempo? Creo que la respuesta tiene que ver con ser transparentes para que fluyan a través de nosotros.  Esa transparencia la obtenemos en la medida en que reconocemos nuestras emociones, las nombramos y nos desidentificamos de ellas.  En la Kabbalah se habla de vaciar la vasija para permitir que sea llenada por la Luz. En la tradición navideña se refleja con el fíat, el asentimiento de María a la voluntad de Dios.

Ser vasijas dispuestas requiere también reconocer nuestros egos y soltarlos, desidentificarnos de miedos, iras, lujurias, gulas, perezas, vanidades, soberbias, avaricias y envidias, para trascender todo ello y honrar a la totalidad que somos y la Totalidad que nos abraza ¡Permitamos que la Luz, el Amor y la Consciencia nos permeen! Seamos luminosos, amorosos y conscientes. ¡Pidamos la guía divina para serlo!

vargasedo@gmail.com