Los puntos del presidente en la ANDI | El Nuevo Siglo
Sábado, 20 de Agosto de 2022

Tal vez sean los empresarios y la gente del campo, propietaria de alguna tierra, las personas que guardan, hasta el momento, la mayor incertidumbre frente a las posibles medidas del gobierno del presidente Gustavo Petro, dado su origen, énfasis e inspiración en la ideología de la izquierda, no obstante, los matices de su gabinete de arranque.

Con esta expectativa, más que nunca, se atendió al contenido de su primer discurso ante la Asamblea Nacional de Industriales (ANDI), ya con la investidura del primer gobernante del país, que se daba, además, en paralelo con la presentación de la reforma tributaria.

De la mano de su particular dialéctica, el discurso entre líneas permite, si no bajar la inquietud, al menos recoger algunas de sus postulados con su trasfondo para deducir algunas probabilidades de acción. 

Gustavo Petro habla de la necesidad de crear riqueza. El punto es el cómo y su interpretación. Lo único cierto es que nadie quisiera parar el desarrollo económico visible en las carreteras de Colombia, al punto que supera con creces la capacidad actual de la infraestructura vial.

En sus palabras, la necesidad de crear riqueza traspasa el planteamiento de “simplemente distribuir lo que existe, que es muy pobre”.

Sin embargo, sorprende el argumento de que mientras acepta que toda riqueza se genera en la producción, afirma que actividades como el comercio o la banca no son productivas, aunque sí necesarias para que exista la primera. 

Separa, entonces, la generación de servicios de la actividad productiva cuando esta siempre se comprende como la acción de producir tanto bienes como servicios. 

Así dice: “estas actividades en sí mismas no son generadoras de la riqueza, son necesarias para la generación de la riqueza, pero el corazón de la generación de la riqueza es la producción”.

Llama especial atención su punto, viniendo de quien fuera alcalde de Bogotá, una ciudad que produce cerca del 25% del PIB del país, con una economía basada en los servicios.

Con esto enmarca la generación de riqueza en la industria y la agricultura que claro son productoras de bienes, donde tener tierra no garantiza su producción. Aquí es donde ata su sugerencia a los congresistas de incluir en la reforma tributaria un impuesto diferencial predial alrededor de la productividad de la tierra ¿Cómo serán esos cálculos? ¿Mediarían los gremios o la productividad esperada la determina el Estado?

Entra en juego, entonces, también la pregunta que el mismo presidente se hace frente a la libertad de mercado y la intervención del Estado en el objetivo de maximizar el bienestar. 

Dice textualmente que dejar actuar libremente al mercado lleva a “extinguimos” (alude como ejemplo a la crisis climática) y, a su vez, que una estatización de la generación de riqueza puede aniquilar la producción. Sin embargo, tampoco acepta que la producción competa únicamente al sector privado. 

Así que concluye que “quizás la producción es con el Estado y con el mercado”, de manera que define el sistema productivo bajo un concepto público-privado, donde el Estado asume un “papel rector”, incluso de la política de industrialización. En efecto, las necesidades del Estado se ampliarían en campos que pudieron ser asumidos por el sector privado.

Explicaciones de la reforma agraria y la tributaria como llamado solidario a los industriales muestran complementariamente otros argumentos para tener en cuenta en una segunda columna. 

          

Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI 

atisbosmariaelisa@gmail.com