Los hubieras | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Octubre de 2023

Aprendí hace muchos años que hubiera es la conjugación del verbo haber en el modo pendejativo. Discúlpenme. Si no tiene sentido ya pensar en los hubieras, ¿por qué lo seguimos haciendo?

Creo que la respuesta pasa por nuestra dificultad para aceptar la vida tal como es, para asumir cada momento presente con lo que trae, no necesariamente con lo queremos que ocurra. Esto tiene directa relación con la manera en que vivimos y tramitamos nuestras emociones, algo que a muchas personas no nos enseñaron ni en casa ni en el colegio. Creo que aún no se enseña que no somos nuestras emociones y que podemos desidentificarnos de ellas… 

Aceptamos el presente cuando nos depara felicidad o alguna sorpresa agradable; no lo aceptamos tanto cuando las emociones que emergen son el miedo, la rabia, la tristeza, el asco o la sorpresa que nos desagrada. Tampoco cuando aparecen ideas conexas como la culpa y el arrepentimiento. Es ahí donde aparecen los hubieras, porque queremos modificar lo que hay.

¿Cuáles son los hubieras que más frecuentes en tu vida? ¿Cuáles son aquellas circunstancias vitales que te dan deseos de modificar, aunque no se pueda? Me parece muy importante hacer la lista, porque es una entrada para resolver el pasado y no seguir cargando con situaciones dolorosas que ya no podemos modificar, pero que siguen vigentes en nuestra psique: si hubiera respetado el semáforo en rojo, no me hubiese estrellado y no tendría esta lesión permanente en una pierna. Si hubiera tenido en cuenta que no sabía de ese negocio, no hubiese perdido tanto dinero. Si hubiera atendido a las señales, no me hubiese casado con esta persona. Si hubiera esperado un poco más, habría ganado más dinero en la bolsa…

 Lo cierto es que nada de eso ocurrió, y que el presente trae enfermedad, quiebra, desamor y frustración…  Claro, no queremos vivir nada de eso.  Entonces, ¿qué hacemos con el pasado?, ¿qué hacemos con las consecuencias de nuestros actos que nos resultan incómodas o dolorosas?

Lo que corresponde es aceptar.  Entre más nos demoremos en ponernos a paz con lo que pasó, más nos costará avanzar.  Sí, nos hemos equivocado.  Dado que la equivocación no conlleva un aprendizaje automático, necesitamos hacer un ejercicio de consciencia que nos permita identificar tanto el yerro como maneras efectivas de resolverlo. Cuando aprendemos de eso que vivimos podemos superar emocionalmente el error. Ahora, con el presente lo sensato también implica aceptación. Para ello hemos de pasar por la negación, la rabia, la frustración, no necesariamente en ese orden. Si lo hacemos, podremos decir: sí, me equivoqué, estoy aprendiendo y estoy en paz con mi vida tal como es.  Maduramos y salimos de los hubieras.

enyoi.com.co