“Los problemas constitucionales -argumenta Ferdinando Lassalle- no son, primariamente, problemas de derecho, sino de poder. La verdadera Constitución de un país solo reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país rigen, y las constituciones escritas no tiene valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social, de ahí los criterios fundamentales que deben ustedes retener.”
Ese argumento, traducido a los acontecimientos que suceden hoy en algunos países, supuestamente democráticos, pone en tela de juicio la efectividad de la soberanía de los pueblos para, según a su ADN político, proyectar su destino histórico conforme a las aspiraciones de sus gentes.
No son, siempre las mayorías populares las que deciden la suerte de su destino, son los poderosos del mundo económico y ahora mucho menos se puede pensar que existe la libre determinación de las naciones, como lo predica el Derecho Internacional Público, en los variados tratados que al respecto se han aprobado. La intervención de las potencias y de sus aliados satélites manipulan los gobiernos ajenos a sus intereses multinacionales, y aduciendo retóricos discursos divulgados a través de los medios de comunicación monopolizados por los reyes del universo, “convencen” audazmente a las masas para que, como rebaños obedientes, sigan las instrucciones y recomendaciones que sutil y subliminalmente se le imparten para que protesten como autómatas.
Curiosamente, Freud se identificaba son Lassalle, probablemente porque entendía que los factores de poder tienen la facultad de sugestionar el inconsciente colectivo, para que obedezcan a esa hipnosis que producen los discursos demagógicos y en consecuencia se logre una sumisa y fanática obediencia.
Un episodio histórico confirma esa apreciación. La reconstrucción de la violencia en la mitad del siglo pasado, la lucha entre liberales y conservadores enfrentados valiéndose de los campesinos, de la chusma, de una u otra fracción de esos partidos, demuestra ese aserto. Esos campesinos no sabían por qué peleaban, simplemente eran alineados por unos y otros factores de poder. Ahora el pueblo se debate por cuestiones que ni conoce ni entiende, pero es lanzado a la guerra por los mercaderes.
El asunto es más crítico, pues la gavilla integrada por fariseos utilizan las redes sociales para que se desaten conflictos armados que, en últimas, de sus resultados dependerá el beneficio de unos u otros: tirios y troyanos
El comentario viene a cuento al analizar la tertulia patrocinada por el diario EL Tiempo, convidando a los aspirantes a la Presidencia de Colombia, para que discutieran sobre temas económicos y acerca de la suerte de los vecinos venezolanos; entre tanto, la reunión de cancilleres en Lima ¡aprueba un boicot al gobierno inmaduro de Venezuela¡ Cuales son los factores de poder enfrentados en ese escenario que incitan al vulgo a que tome partido en favor de unos y de otros y no en favor suyo estrictamente. Mientras tanto se engendra una Constitución.