No es necesario conocer la historia del Siglo XX para saber de los genocidios causados por unos emperadores con poderes infinitos, sacrificando millones y millones de personas: Stalin, Hitler, Roosevelt F. D., Mussolini, Mao, Churchill, y quien sabe cuántos mas… Igual con el Marxismo, Nacional Socialismo, Neoliberalismo… Desconociendo el humanismo Carolingio, apostaron por opiniones sacadas de la manga, válidas para sus causas: mientras que borraron del mapa la filosofía griega, la verdad de la Polis y el Derecho Romano.
Lo aterrador de esto es que desde fines de la Segunda Guerra tenemos nuevos emperadores, igualmente criminales: unos empresarios infinitamente ricos han resuelto que solo ellos tienen derecho a vivir en este mundo. Creen que para dominar la tierra el tercer mundo debe desaparecer, por ser una amenaza para sus intereses: por la fertilidad de su gente y la riqueza de su territorio. Que esto parece ridículo, claro que sí, pero las evidencias son contundentes: cuando las ideologías son difundidas con mucho dinero y se permea la política, tenemos una bomba más letal que las bombas atómicas en Japón.
Resulta que estos monstruos (o enfermos) descubrieron que el arma que no tiene pierde para acabar con “el enemigo” y lograr su sueño imperialista, es acabar con la verdad del hombre, la realidad del universo. Llevando a los “enemigos” a destruirse por sí solos, y que esto se logra difundiendo, contagiando, “su objetivo” con ideologías suicidas. Dedujeron, también, que partiendo de divinizar el sexo carnal, sin límites -con quien sea, donde sea, cuando sea, como sea– descalificando la verdad del amor centrado en los valores fundamentales de la humanidad. Privilegiando, a toda costa, las políticas anti-demográficas de natalidad, penetrando a sus víctimas con diferentes ideologías de género.
De aquí que han aparecido cualquier cantidad de programas, antinatura, como el Plan Panned Parenthood, 1952; el discurso de Margaret Sanger: “más hijos para los aptos y menos hijos para los ineptos“, los ineptos son los negros y los hispanos; a la pilatunas de los Rockefeller (y su dinero) con su Consejo de Población; igual que el eugenésico, criminal, Informe Kissinger, 1974, que recomienda el aborto como una determinación prioritaria para el mundo menos favorecido: latinoamericanos y africanos. Esta política nos ha llevado a una vorágine de “géneros”: cada persona crea, desarrolla, su propio género. Así, la izquierda y los neoliberales no necesitan de las trampas y juegos sucios para apoderarse del mundo. Los emperadores contemporáneos, manipulando a los tecnócratas de organismos internacionales y funcionarios -gobernantes y juristas– que están trabajando para estos.
Si los empresarios no sucumbieron ante las revoluciones de izquierda, los emperadores de hoy están ganando la guerra -con la liberación sexual, el control natal, los abortos, la eutanasia- con sus campañas de ideologías eugenésicas como la de los “derechos de la mujer” a disponer de su cuerpo. Hoy, los países del Tercer Mundo están sucumbiendo. Si se suponía que la guerra fría tenía una matriz ideológica que levantaría a la clase obrera contra los patrones esta fue derrotada con la desorientación moral mundial alimentada con las políticas imperiales de ideologías hormonales.