Minas quiebravidas
Epígrafe
Fíjate bien dónde pisas, fíjate cuando caminas, no vaya a ser que una mina, te desbarate los pies.
Juanes
Desminar el alma, el espíritu y desminar a Colombia, es una tarea urgente que debemos realizar todos los habitantes del planeta y en especial los colombianos.
Sigamos el ejemplo del municipio de San Carlos, en Antioquia, que ya está libre de minas antipersona, minas racimos y no sé cuales otras de estas armas infames que le habían causado a esa hermosa región antioqueña, 172 víctimas, 154 heridos y 18 muertos.
Me conmueve el alma ver a cientos de nuestros jóvenes soldados mutilados, haciendo esfuerzos por salir adelante, aprendiendo a manejar prótesis, haciendo deporte y sobre todo orgullosos de haber servido al país.
Nos parten el alma los niños víctimas de este flagelo, que en camino a sus escuelas a estudiar pisan una de esas mortíferas armas y pierden sus extremidades y en muchas ocasiones la vida. Definitivamente no entiendo a estos desalmados guerrilleros y me pregunto: ¿qué ganan con eso? Así no van para ningún lado, sólo están sembrando desgracia.
La erradicación de las minas antihumanas debe ser un gran propósito nacional, y esos países que tanto nos critican y condenan por Derechos Humanos son los que se llenan sus bolsillos con el oro maldito con que los alzados en armas les compran esas tales minas.
Colombia es el único país de América Latina donde aún siembran minas antipersona, convirtiéndose en el tercero más minado del mundo después de Camboya y Afganistán y en donde 30 de sus 32 departamentos están afectados por las minas antipersona, lo que arroja un promedio de 2 víctimas diarias siendo los más afectados Antioquia, Caquetá, Norte de Santander, Bolívar, Meta y Cundinamarca que presentan mayor número de víctimas.
Este año se han registrado 452 víctimas, de las cuales 40% son civiles y la mitad son niños y niñas.
Tenemos que exigir el cumplimiento del Tratado de Ottawa y de lo acordado en Nairobi, en donde con el eslogan de “Un mundo libre de minas”, se recomendó agilizar el desminado en el mundo entero. Pero que poco se ha avanzado y lo más grave, la venta y suministro de esta arma letal sigue haciéndose por parte de los países productores; a ellos se les debería sancionar, por continuar beneficiándose económicamente con la desgracia de los seres humanos.