LA SALUD EN SHOCK
Saludcoop y Caprecom
Me duele en el alma tener que decirlo, pero el país apesta por los cuatro costados.
JUAN GOSSAÍN
Decía mi abuela ante las tempestades y los problemas: “Dios nos ampare y nos favorezca” y hoy tenemos que repetir lo mismo. El país está podrido, se lo están robando ante nuestras atónitas miradas y no hacemos nada.
En el sector eléctrico se roban todo el fondo de compensación más de 10.000 millones de dólares, el sector salud colapsa porque las EPS no pagan a los hospitales, se quedan con la plata de los usuarios; la Fiscalía se tira la platica en inmensos contratos con la supergenio Springer, en compra de avión y en el montaje de una inoficiosa universidad; los empresarios forman carteles para esquilmar la plata de los consumidores, las empresas de servicios públicos cobran más de lo debido, Petro contrata miles de seguidores políticos para que se paren con la boca abierta en las esquinas y los banqueros nos sacan los ojos por cualquier servicio .
Decía el maestro Salustiano Tapias: “se lo dije, se lo advertí, se lo recomendé” y no pusimos atención: el descalabro de esa empresa familiar, de bolsillo, la caja menor de la familia Palacino, llamada Saludcoop, empezó con el desvío de dineros hace 15 años y no hubo autoridad, ni superintendencia, ni Procuraduría, ni Contraloría, que intervinieran y evitaran ese desastre.
Y lo mismo o peor, con anuencia de unos dirigentes políticos se robaron a Caprecom, inclusive ya en liquidación la seguían exprimiendo con contratos leoninos y tampoco paso nada. Ahora, también del bolsillo de los contribuyentes, pagaremos los $ 500.000 mil millones que se robaron. Mejor dicho el mensaje es: robar si paga, se contrata abogados de cartel con parte de la plata y todo se tapa, se olvida y todos felices.
La Contraloría General condenó al grupo Saludcoop EPS a pagar 1,4 billones de pesos por el fraude y se concluyó que Carlos Palacino y 15 de sus directivos causaron un “daño patrimonial a los recursos del sistema de seguridad social”, haciendo inversiones en clínicas en Panamá, México, Suiza, Afganistán, Estados Unidos y Dubái, financiaron costosos viajes al exterior así como torneos de golf y equipos deportivos.
Ahora los afiliados quedan en manos de Cafesalud, de los mismos directivos y con el mismo pronóstico: va a colapsar muy pronto.
Un amigo le dijo al maestro Juan Gossaín: “Qué agradable era este país cuando los únicos que robaban eran los ladrones”.