Santos vs. Uribe
Increíble, inadmisible, injusto con el país, el bajo espectáculo que dos hombres públicos están dando convirtiendo al país en un campo de batalla, mostrándose como perros y gatos indomables.
Es una falta de respeto y consideración con toda la nación, con su juventud, porque este bochornoso espectáculo sube y sube más de tono, sin sentido común y sin medir las consecuencias.
Me refiero a la pelea de comadres, entre el presidente Santos y el expresidente Uribe. Cada día van más lejos, se agreden sin compasión, ya involucraron a sus familias, a sus hijos, al país entero y eso no le hace bien a nuestra querida y amada patria colombiana.
De discretos desacuerdos en el manejo del país, o de rencillas políticas pasaron ya a ofensas personales, olvidándose de la jerarquía que cada uno tiene en el escenario nacional. Y eso va calando en el pueblo, en los líderes locales y el temor es que eso nos lleve de nuevo a la abominable y detestable violencia política de otros años, que pensábamos que ya solo se veía en los libros de historia.
Y en esa pelea en la que ya se involucró el expresidente Pastrana, los perdedores somos nosotros, el pueblo.
Deberían leerse la obra de Gustavo Álvarez Gardeazábal, Cóndores no entierran todos los días, para que recuerden lo que fue la degradante violencia política, que desato olas de sangre y que apenas estamos terminando de superar.
Ojala Dios quiera que este distanciamiento entre los dos mandatarios no sea irremediable y lleve al traste con la anhelada paz de Colombia. Por esa intolerancia ya hemos sacrificado a líderes como Gaitán, Galán, Álvaro Gómez, Cepeda, Gloria Lara y a miles de campesinos.
Lo que más deseamos y exigimos a nuestros gobernantes es que paren la guerra verbal, para evitar que se inicie otra guerra entre hermanos y en ese sentido debamos unir nuestras fuerzas y nuestras esperanzas. Lo que queremos los colombianos es la paz y así lo demostramos en todas las encuestas, lo contrario es muerte y desolación. Termino con esta frase de Gandhi: “Me opongo a la violencia, porque cuando parece causar el bien éste sólo es temporal, el mal que causa es permanente”.