Descanso ecológico
“Aquí reposan los restos de una criatura que fue bella sin vanidad, fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos”.
Lord Byron (epitafio para su perro)
Definitivamente, el paisaje, el aire, el cantar de los pájaros, las sinfonías de los guaduales, el arrullo del agua, el cantar del gallo, el cacareo de las gallinas, jamás podré reemplazarlos por el bullicio de la selva de cemento.
Estoy disfrutando este paraíso lleno de calma y sosiego, con un panorama insuperable, aquí el viento reposa, para regresar con sus aromas de caña, café y guayaba a la ciudad.
Al despuntar el sol las mariposas azules, las abejas y los multicolores chupaflores, madrugan a iniciar su tarea de búsqueda de alimento y las encallecidas manos de mi madre salen a recoger los productos de la huerta, símbolo de respeto y cuidado hacia el ecosistema.
Los campesinos madrugan a llevar sus productos agrícolas al pueblo y no han perdido su hermosa costumbre de dejar a su paso el saludo de los buenos días y al regreso en la tarde se les atiende con una buena taza de café, de agua de panela con limón o de guarapo de caña, para calmar la sed del caminante. Qué lindo todo esto y qué pereza regresar a la zozobra citadina.
Este paraíso, Togüí, es el que defendemos, para poder sentarse en el pasto a contemplar sus montañas, pensando que si no nos oponemos a la explotación de Sílice, muy pronto solo serán arrumes de arena, mientras el café y los frutales se mueren, nuestros cañaduzales se mecen al vaivén de la incertidumbre del precio de la panela y nuestros árboles caen ante la ferocidad de sus compradores y la indiferencia de las autoridades.
Tiene razón el reconocido naturalista británico David Attenborough quien considera que los humanos somos "una plaga" para el planeta e insta a controlar el crecimiento de la población y a producir alimentos para que ésta sobreviva.
Se espera que la población mundial pase de 7.000 a 9.000 millones en el 2050 y hacer más ecológica la economía, es el único modo de acogerlos en el planeta o la prosperidad de las futuras generaciones podría verse amenazada. Me despido con este verso de Delia Arjona:
El viento llevará mi semilla en verso,
florecerá y entrarán en razones,
Para que no exista el bosque talado
Y brote la esperanza en los corazones.