Es conocido por los estudiosos de los idiomas, de la manera como éstos se utilizan, cómo cada región en donde se habla un idioma existen giros que lo hacen único o por lo menos identificable con la región en la cual se usa. Me refiero en particular a mi idioma, el español, digamos mejor el castellano que es el de Castilla, porque en España se hablan bastantes idiomas que acusan usos y maneras de hablar diferentes. No se diga del vasco cuyo origen ha sido dolor de cabeza para los investigadores que no han podido identificar su origen; hoy desde luego sabemos que es el que se habla en las provincias vascongadas. ¿Qué tal el catalán que acusa familiaridad con el francés?
América Latina es la superficie más grande de la tierra en donde se puede viajar desde el norte, frontera de México con los Estados Unidos hasta la Patagonia en el sur pudiéndose hacer entender en un solo idioma el castellano, con excepción de Haití y Brasil. Para hacerse entender en estos países es necesario conocer los idiomas francés y portugués. Claro que algunas islas de El Caribe residuo todavía de un imperialismo en vía de franca extinción el inglés es predominante. En otras palabras, los habitantes de habla hispana en este continente, que somos muchos millones, nos podemos entender, aunque no podemos desconocer que cada país, con absoluto respeto por el idioma común, tiene sus propias maneras de hablar y de hacerse entender. No es extraño que un diplomático colombiano que fue destinado a un país del sur del continente para hacerse entender bien y correctamente, pidió, pudiera decirse, un glosario con las palabras que podría usar y su equivalente a las usuales en Colombia. Con sus significados para posar como bien o mal hablado.
Sin ir muy lejos hay que tener en cuenta que en Colombia, según la región, bien puede hacerse necesario conocer los usos de los vocablos tanto en su significado positivo y negativo, con lo cual se quiere decir cuando pueden ser usados sin temor de molestar a persona alguna. No es estrambótico pensar lo difícil que puede ser, por ejemplo, una conversación fluida sin molestar a persona alguna, entre un pastuso y un costeño o entre este y un bogotano. Eso no quiere decir que no se entiendan sino que hay que ser cuidadoso cuando se quiere expresar una cosa y se entiende otra.
En Bogotá y en el interior del país existe una expresión, que odio y no empleo, para una persona tosca con falta de educación y tacto para tratar a sus semejantes que es lobo. Es tan bajo el significado usado como adjetivo, que llamar así a una persona puede ser agravio e insulto. En Antioquia el equivalente de lobo es guasca; una persona guasca es mal educada y grosera en sus expresiones y calificativos. Estas reflexiones surgen por la controversia reciente entre bogotanos y antioqueños.