OYENDO A LA OPINIÓN
La evolución del proceso
Conforme avanzan las negociaciones con las Farc y se hacen más concesiones a la guerrilla, la ciudadanía se pregunta qué está el Gobierno dispuesto a entregar con tal de llegar a un acuerdo, después de haber decidido suspender (por un mes se dijo, pero nadie cree esto) los bombardeos de las concentraciones guerrilleras, la principal arma contra los subversivos, de hecho estableciendo una tregua bilateral, de considerar crímenes como los secuestros y el narcotráfico como conexos a los delitos políticos, es decir, la impunidad y a las reiteraciones de los cabecillas de las Farc de que no pagarán un día de cárcel, que “dejarán” las armas, pero no las entregarán y que requieren una asamblea constituyente para legitimar un acuerdo.
El presidente Santos ha invertido tanto en este proceso que, con tal de lograr un acuerdo, se teme que haga concesiones que comprometan las instituciones democráticas (concediendo a los subversivos una representación incompatible con el número de sus seguidores y áreas geográficas -las zonas de reserva campesina- queden bajo el control de grupos afines a las Farc) inclusive nuestro sistema económico y los crímenes contra la humanidad y los derechos humanos de los cabecillas guerrilleros sean amnistiados en violación de los acuerdos internacionales, igualmente que estos cabecillas conserven los numerosos bienes adquiridos mediante secuestros y extorsiones. Obviamente que el Presidente está consciente de esto y de allí que ahora busque, no solo incorporar a más sectores al proceso, sino que se muestra dispuesto a oír opiniones críticas sobre hasta dónde conceder para lograr que las Farc se desmovilicen. Esto no solo le permite tratar de convencer de sus puntos de vista a importantes representantes de la sociedad, normal en una democracia, sino también como elemento de presión hacía la guerrilla al mostrarle por qué, ante tal posición de la ciudadanía, no podría hacerle determinadas concesiones.
Lo importante, parece, es que Santos se ha dado cuenta de que no puede pasar por encima de la opinión pública y no solo atender lo que le dicen sus áulicos, de aquí la invitación a dialogar al Procurador General y al expresidente Pastrana, lo mismo que la designación de una Comisión Asesora para la Paz. Dada la calificación oficial de “diálogos francos” en estas tres reuniones, deducimos que las críticas al proceso no fueron pocas, por lo que creemos que no volverá a haber muchas y que la Comisión difícilmente volverá a ser convocada. El anuncio de que los generales en retiro Mora y Naranjo no volverán a La Habana “para reforzar la pedagogía de paz que (se) hace constantemente con los miembros de las Fuerzas Armadas y de Policía, tanto con los activos como con quienes están en retiro” indica que en las toldas militares el descontento no es pequeño.