NUESTRO SILENCIO
Bogotá, Washington y Caracas
Los Estados Unidos decidieron tomar represalias contra Venezuela por las medidas que este país tomó recientemente contra Washington, en particular exigir visa a todos los estadounidenses que quieran visitar a Venezuela y reducir el número de funcionarios que el país del norte quiera tener en su embajada en Caracas a los que tengan los venezolanos en su representación diplomática en Washington. Sin decirlo, están cobrando también los permanentes insultos y acusaciones que el gobierno de Maduro les lanza. En sí mismas las sanciones no son gran cosa, son, ante todo, una condena moral. Poco importará a unos cuantos validos del régimen venezolano que no se les permita el ingreso a los Estados Unidos o que se les amenace con congelarles unos fondos que probablemente nunca han estado allí o salieron hacia destinos más amistosos para con el régimen socialista. Sin embargo, el decreto de Obama deja abierta la puerta para sanciones más severas cuando declara una “emergencia nacional respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos que implica la situación en Venezuela”. Estas son palabra mayores en el lenguaje diplomático y tal vez de aquí que la reacción de Maduro no haya tenido la virulencia acostumbrada. Entrar en una abierta confrontación con los Estados Unidos, su principal cliente para el petróleo, puede recordar al régimen venezolano lo que las sanciones económicas de Washington han implicado para Irán y para Rusia.
Pero mientras Washington condena la violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales en el vecino país y lo ha ya sancionado por ayudar a las Farc, nuestro gobierno calla e inclusive apoya al régimen autocrático. ¿Por qué este silencio colombiano? No reclamamos por los cientos de colombianos deportados y se entrega a los carceleros venezolanos a estudiantes que aquí han protestado por los atropellos del régimen. Hace pocos días Colombia y los demás países de Unasur, organismo títere de Caracas, ofrecieron ayudar a suministrar los artículos de primera necesidad que, por la ineptitud y la corrupción del régimen, escasean en Venezuela y, dice el comunicado oficial, “Unasur convocará una comisión especial, a través de sus órganos sectoriales, para crear unas cadenas regionales de apoyo para la distribución de productos de consumo básico”. El comunicado no elabora cómo funcionarán estas cadenas pero esperemos que nuestro gobierno no ofrezca ahora a los productores colombianos, para que los reciban, descontar los bonos de Pdvsa a 30 años con los que Venezuela quiere pagar y quedemos con unos títulos que nunca serán redimidos. Lo que faltaba es que ahora vayamos a subsidiar al inepto gobierno de Maduro. Llama la atención que los medios colombianos no hayan destacado esta ayuda prometida entre otros por Colombia.