¿UN TRIUNFO ENVENENADO?
Victoria de la democracia
UNA vez pase la euforia de un triunfo consabido pero no garantizado, vendrán días muy difíciles para Venezuela. Este triunfo podría ser una manzana envenenada dada la situación del país hermano. Antes que todo, la mayoría parlamentaria obtenida, las dos terceras partes de la Asamblea, facultan a los ganadores para adoptar una serie de medidas importantes que podrían ir, desde reformar la constitución, hasta tratar de destituir al presidente, pero eso sería a partir de enero, todavía le queda un mes a los parlamentarios del régimen para aprobar leyes, inclusive una “habilitante”, que permitiría a Maduro hacer de las suyas.
De otro lado, hay una gran incógnita que es la actitud futura de los militares. La información actual es que el estamento armado, con el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino, a la cabeza, se negó al deseo de Maduro y Cabello de desconocer el resultado electoral. Suponiendo que esto haya sido cierto, habrá una puja de fuerzas entre estos y las bandas armadas de Cabello, la Milicia Bolivariana, sin olvidar que altos oficiales involucrados en el narcotráfico se afectarían si cae el régimen. La bestia quedó herida pero no muerta y todos sabemos el peligro que supone un animal en estas condiciones.
Pero, suponiendo que este obstáculo pueda salvarse y que los partidos de oposición, hoy unidos en la MUD, no se dividan y logren el control del gobierno, se encuentran con un país hundido en una terrible crisis económica y moral. Según el FMI la inflación de este año es de 158% y la esperada para el entrante es de más del 204%, un PIB que se redujo un 10% en el 2015 y, probablemente un decrecimiento del 6% en el 2016, cuando estará al mismo nivel del 2006 (una década perdida), y una recesión continuada hasta, al menos, el 2019; un desempleo actual del 14% incrementándose hasta el 28% en 2020. Todo esto con el precio del petróleo, base de los ingresos del país, en baja continua y acentuada con la reciente decisión de la Opep de no disminuir el volumen de la producción (tratando de quebrar a las grandes petroleras).
Y como si esto fuera poco, una vena rota del erario son numerosos subsidios absurdos, tal como el de la gasolina que tiene un precio al público de dos centavos de dólar el galón (¡menos de 127 veces el precio en Colombia!). Enderezar un país en estas circunstancias, sin mencionar la corrupción imperante, será tarea sobrehumana. Sobra decir que el chavismo acusará a la oposición de esta situación y, si no se actúa con una gran inteligencia, el pueblo la culpará cuando los subsidios comiencen a desmontarse. Venezuela necesitará todo el apoyo posible de las democracias y de sus instituciones.