Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Diciembre de 2014

PIÑATA DE IMPUNIDAD 

Las cargas a soportar

Dos temas de gran actualidad, ambos que debemos pagar los colombianos, uno los impuestos crecientes que recaen sobre nosotros y el otro el precio de la paz. No había duda de que el Gobierno obtendría la aprobación del Congreso a la Reforma Cárdenas ya que parte de los ingresos adicionales del Estado serán para la “mermelada” a los parlamentarios. También hubo concesiones, aunque pequeñas, para los empresarios, los que pusieron de presente los inconvenientes de la nueva tributación, como el desestimulo a la inversión (ya varias empresas han pospuesto proyectos de ampliación) y habían convocado a un foro al respecto. A esto el Presidente añadió veladas amenazas, por ejemplo, cuando El Tiempo criticó la reforma, el Presidente habló ominosamente de las utilidades del sistema financiero. Los gobiernos, sin excepción, quisieran tener una bolsa ilimitada para financiar sus proyectos, más aún en países en desarrollo, donde las necesidades son enormes y los pocos recursos de que se dispone, dada la pobreza de las economías, no siempre son dirigidos al mejor destino. Pero hay que vivir de acuerdo con los medios de que se dispone y exprimir a los ciudadanos, contrario a lo que cree la izquierda, no es la mejor medida, ni desde el punto de vista económico, ni desde el político. De un lado, una exagerada tributación, aunque se la bautice como “impuesto a la riqueza”, desanima la iniciativa empresarial y por lo tanto reduce el crecimiento económico y golpea especialmente a la clase media, de otro, el descontento producido no es bueno electoralmente. Ahora bien, si el Presidente consigue los $ 12,5 billones que quería para cubrir el desfase fiscal, nos preguntamos cómo va a obviar el déficit adicional producido por el petróleo a menos de US$ 60 el barril. A apretarse el cinturón toca y las proyecciones de un PNB creciendo al 5% se convierten en ilusiones.

Creo que no habrá para pagar las reformas que las Farc buscan en La Habana. Pero hay otros costos, los de los principios democráticos y los de la justicia. Cada vez es menor la representatividad de nuestra democracia y ahora en el Parlamento no estarán representados los ciudadanos según su proporción en la población, sino por la influencia de los diferentes grupos. ¿Cuántos congresistas tendrán los 8.000 terroristas de las Farc? Y ni hablar de los derechos humanos, cuyos avances internacionales de los años posteriores a la II Guerra Mundial, como la Corte Penal Internacional, a la que con tanto bombo adhirió Colombia, se quieren anular en nuestro país so pretexto de que para lograr la paz hay que hacer concesiones. Como dijo José Miguel Vivanco, director para América Latina de HRW, pareciera que tratamos de crear una “piñata de impunidad” .

 Ojalá que el Presidente saliera en defensa de la libertad de prensa en lugar de escudriñar las declaraciones de renta para identificar a los ricos.