Oposición y democracia
El viernes pasado el Centro Democrático hizo públicas sus principales objeciones al proceso de paz actualmente en curso, las que tituló “Las 52 capitulaciones de Santos en La Habana” .Vale la pena conocerlas detalladamente pero hay que buscarlas en la página de Internet de ese grupo político ya que la prensa, (lo que extraña) no las ha reproducido. En realidad las 52 críticas podrían reducirse pues hay muchas repeticiones, en especial en lo que atañe al tema agrario sobre el que hay 14 puntos de los 52. La redacción tampoco es de la mejor, pareciera que fueron escritos a la carrera.
De todos modos, son objeciones hechas dentro de la función fundamental de una oposición en democracia (“La oposición es para oponerse”). No puede haber democracia sin oposición, pues es esencial para el sistema que se puedan contradecir las ideas, actos e iniciativas del gobernante, respetando los fundamentos de la Constitución y la democracia, sin que se pueda tachar de traidores a los opositores. Como dijo Alberti “Es un déspota todo aquel que cree que ser opositor al gobierno es ser traidor a la patria” o como expresó un líder de la oposición canadiense “los gobiernos no tienen derecho a poner en duda la lealtad de sus opositores”. Esa función democrática esencial es la que desarrolla el Centro Democrático y no esperamos que el presidente Santos esté cuestionando el patriotismo de la oposición al responder a las criticas diciendo“Qué posición tan irracional, tan falta de sustento, simplemente por criticar u oponerse a un proceso que quiere el pueblo colombiano. Pues no: no les vamos a permitir que se opongan a esa paz”. No es digna de un régimen democrático la táctica de tildar de “buitre” o de enemigo de la paz a quien previene contra la posibilidad de concesiones desmesuradas a las Farc en el afán de lograr un acuerdo que sus antecesores no lograron, a pesar de intentarlo, ante las excesivas pretensiones de los subversivos. Lo que debe hacer el Presidente, y prometió hacer, es responder a todas las objeciones de la oposición pues, al no hacerlo, estaría concediendo su validez. Con la oposición se parlamenta. Temas como el de la soberanía del Estado en las llamadas Zonas de Reserva Campesina, la expropiación administrativa de tierras invocando una “función social y ecológica” de la mismas, el si las Farc entregarán o no las armas, la posible impunidad para crímenes de lesa humanidad, la llegada al Congreso de extremistas de izquierda sin contar con los mismos votos que los de los demás parlamentarios, cómo se someterán los acuerdos a la decisión de los colombianos (“¿Está Usted de acuerdo con la paz?”), etc., merecen una aclaración pronta y concreta. Todos queremos la paz, pero sin menoscabar la democracia.