LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Sábado, 10 de Mayo de 2014

Por qué Uber 

 

En una decisión, tomada con rapidez digna de mejores causas, la Secretaría de Movilidad declaró ilegal el servicio de transporte especial de pasajeros de la empresa Uber que utiliza para su contratación una aplicación para celulares. A sus conductores Uber les exige carros cómodos, buena apariencia personal, buen trato a los usuarios, no rehúsan un destino, sus trayectos son controlados electrónicamente imposibilitando paseos millonarios, el conductor no impone la tarifa. Ahora la policía detiene los carros que prestan este servicio, bajan a los pasajeros en la mitad de la calle, no importa a qué horas del día o de la noche e inmovilizan los vehículos por cinco días. Tanta diligencia y severidad serían más convenientes si se dedicaran a controlar y sancionar la adulteración de taxímetros, a los taxis piratas y, especialmente, a sus choferes, que con gran frecuencia infringen todas las leyes posibles y los derechos de los usuarios; hay que preguntarles si quieren ir hacia donde el pasajero va, conducen como locos, con música de carrilera a todo volumen, de noche cobran lo que les viene en gana so pena de una confrontación física (¿recuerdan al taxista que hace poco le causó la muerte a un usuario cuando este protestó el precio de una carrera nocturna?). Uber no es una verdadera competencia para los taxis pues los servicios de esa empresa son, aproximadamente, un 30% más costosos y no muchos están en condiciones de pagarlos, de pronto habría algo de real competencia en la noche por el temor a atracos y abusos. Si las empresas de taxis y las autoridades controlaran debidamente a los choferes abusivos, en poco tiempo sacarían del mercado a Uber.

La generalizada protesta contra la persecución a Uber demuestra, ante todo, la inconformidad ciudadana con el servicio de taxis, y también la incapacidad, o falta de voluntad, de las autoridades para poner orden en esta actividad. Los atracos a los pasajeros no son investigados, a menos de que sea a un funcionario extranjero, y los bogotanos se sienten atemorizados y vulnerados en sus derechos cuando utilizan un taxi.

Los ciudadanos necesitamos seguridad y un buen servicio de transporte. Si la tecnología moderna contribuye a obtenerlos, bienvenida. La resistencia al cambio, especialmente para la protección de intereses particulares y políticos, (el gremio de taxistas es un fuerte grupo de presión política) es un factor negativo para el progreso. Si se quiere, impóngasele el Pico y Placa a los vehículos de Uber pero permitan que la cada día más deficiente calidad de vida en nuestras ciudades se mejore un poco, al menos en el servicio de transporte. Tomen nota de esta insatisfacción ciudadana tanto las empresas de taxis como las autoridades. No se prive a la ciudadanía de un buen servicio para proteger un mal servicio. La competencia es el motor del progreso.