Ginebra y La Habana
De las pocas cosas en común entre La Habana y Ginebra es que en ambas se desarrollan importantes negociaciones, las dos destinadas a solucionar viejos conflictos. En La Habana el viejo, de cincuenta años, entre unos subversivos que tratan de imponer en Colombia un régimen comunista, parecido al que desde 1959 impera en Cuba y tiene reducido ese país al estado que todos conocemos. En Ginebra, menos antiguo y, hasta ahora sin enfrentamiento bélico, entre un régimen teocrático islámico shiita que desearía extenderlo a los vecinos, especialmente a aquellos donde predomina la vertiente sunita del Islam (Arabia Saudita, Siria) y expulsar a los judíos de Israel. Para esto último, Teherán está cerca de convertirse en potencia nuclear, lo que modificaría la geopolítica del Medio Oriente y le permitiría controlar la mitad de la producción petrolera global, es decir, sujetar al mundo industrializado a un chantaje energético. El conflicto
colombiano poco le ha interesado al resto del mundo que lo considera local y al que, además, Venezuela apoya por afinidad ideológica. En América Latina los regímenes de izquierda antidemocráticos han ganado mucho terreno últimamente, unos tratando abiertamente de imponer y expandir sus sistemas y coartando las libertades internas (Cuba, Venezuela, Nicaragua) otros apoyándolos (Brasil, Uruguay) e, inclusive, adoptando políticas antidemocráticas respecto a la economía y a la libertad de prensa (Argentina, Ecuador, Bolivia), otros, por último, pusilánimes en la defensa de la democracia (Colombia, Chile, México, Perú). Esta situación, naturalmente, contribuye al fortalecimiento de las guerrillas colombianas. La situación del Medio Oriente es más peligrosa globalmente pues arriesga degenerar en una guerra entre países fuertemente armados (Israel asegura que no permitirá un Irán nuclear) en un área económicamente
vital.
La similitud entre las dos negociaciones está en que, en ambas, una de las partes, ha demostrado debilidad y, a menos que Santos y Obama no hagan importantes concesiones, ni Timochenko ni Kamenei les firmarán el tan anhelado acuerdo: ni cárcel para las Farc, ni dejar de enriquecer uranio. Santos quiere ser quien logró la paz y con esta bandera llegar a las elecciones. Obama ser quien logró desnuclearizar a Irán y asegurar la continuidad demócrata después del chasco del Obamacare. Para justificar las concesiones nuestros presidentes claman que nunca antes se había dado una mejor oportunidad para solucionar tan graves problemas, ahora o nunca dicen, lo cual es una falacia. En el Oriente algunos (Netanyahu y grupos de demócratas y republicanos) pregonan que Estados Unidos está entregándose a Irán y posponiendo la solución de un problema que sin desnuclearización efectiva se agrava en vez de solucionarse. En Colombia muchos protestan contra la
impunidad implícita y contra decidir nuestro sistema económico y político con 8.000 terroristas. Inclusive los niños lo saben: no deben mostrarse mucho las ganas.