NEGOCIACIÓN DE PAZ
Seguir o no seguir
Ya es una realidad que, contra lo que creía el presidente Santos, no hay la mínima posibilidad de que para noviembre se llegue a un acuerdo total en las negociaciones de La Habana. La guerrilla repite diariamente que no se dejará imponer un ritmo por el Gobierno “acosado por los tiempos del calendario electoral” y recuerda que sobre el primero de los cinco puntos de la agenda, el tema agrario, solo se ha acordado tres de los seis subpuntos y que en toda la agenda hay 27 subpuntos. Y ya llevan un año en Cuba y más de dos años desde que comenzaron los contactos. Las Farc ganan espacio político con cada día que demoran estas negociaciones. En la última edición de su publicación, Resistencia, reiteran que no habrá desmovilización ni entrega de armas y que no irán a la cárcel. También que una asamblea constituyente es esencial pues “La paz que clama nuestro pueblo… no cabe dentro de una Constitución tan estrecha como la que rige
actualmente en Colombia”. Ningún gobierno puede concederles esto.
Estamos seguros de que el Presidente no imaginó esta situación y, de buena fe, creyó (no sería el primero en creerles) que había receptividad de parte de la guerrilla y que en doce meses mostraría al país que la paz se podía lograr con voluntad, con lo que su reelección sería un hecho. ¿Y ahora qué? Ahora debe tratar de salvar lo posible. Si no hay acuerdo de paz en noviembre, le aconsejan aducir que al menos se llegara en ese mes a un acuerdo sobre el tema de la participación política (¿otra vez parcial?) lo que demostraría que hay que continuar, que se está en el camino correcto y que para alcanzar la elusiva paz hay que reelegirlo. Una vez reelegido se podrían cancelar las negociaciones “ante la falta de voluntad de las Farc” pues hacerlo ahora sería reconocer su fracaso. Sin embargo, levantarse de la mesa hoy sería, creemos, la mejor alternativa del Presidente. Muy pocos piensan que las negociaciones culminarán exitosamente y
su continuación, a pesar de ser lo que le piden sus seguidores, lo puede sujetar a ser señalado como juguete de la guerrilla o como manipulador del electorado. Lo mejor es denunciar hoy la mala fe de las Farc y tratar de recomponer su posición en los meses que faltan para las elecciones. Probablemente el país le reconocerá sus buenas intenciones. No es cierto que si no hay paz ahora, ya no la habrá. La paz llegará cuando la situación este madura para ello, cuando las Farc no encuentren en unas negociaciones una manera de obtener reconocimiento público que las fortalece políticamente y que, creen, les permitirán alcanzar por este medio lo que, hoy reducidas sustancialmente sus fuerzas, no pudieron ni podrán conseguir con la violencia.