¿De nuevo el agro?
Después del trauma que causaron los paros agropecuarios (y de transportadores, mineros, estudiantes, hasta de cocaleros) entre julio y agosto, ya hay rumores de nuevos paros de agricultores, para quienes los cuantiosos subsidios que recibieron para no seguir agitando al país, ya en época preelectoral, no bastan. Por más que el Gobierno quiera solucionar el problema distribuyendo dinero en forma de ayudas, estas son paliativos a costa de inversiones importantes como mejorar la arcaica red vial pues, como sabemos, más cuesta llevar una mercancía del centro del país a Buenaventura que transportarla de allí a la China. Y es que nuestra agricultura no es rentable porque no es competitiva. Todos lo sabemos y desde hace mucho. Manteniendo el minifundio, como en forma demagógica desean las Farc y la izquierda colombiana, es fórmula segura para el descalabro económico. El campesinado minifundista solo subsistirá a base de subsidios, cada vez mayores, que le roban recursos a la economía, a la salud y a la educación.
Colombia no puede ser competitiva cuando tiene al 19,5% de su población activa en el campo, mientras que países con grandes exportaciones agrícolas tienen mucho menos campesinos proporcionalmente, Argentina el 1,1% y Estados Unidos el 1,5%. La izquierda, para la que el socialismo es el modelo económico ideal (¿Cuba o Venezuela?) achaca los males de nuestra agricultura a los tratados de libre comercio, especialmente al firmado con los Estados Unidos, cuando estos todavía no han incidido en nuestras importaciones de productos del agro; las importaciones de papa, por ejemplo, no llegan al 1% de la producción local. El problema es muy antiguo. En estos días el profesor Luís Guillermo Vélez, de EAFIT, recordaba cómo Lauchlin Currie, ya en los años 60, decía “El modelo que proponemos para Colombia no es el de una nación llena de campesinos propietarios laborando sus pequeñas propiedades con herramientas de mano, sino más bien el de un país como el Canadá o los Estados Unidos en donde un número reducido de hacendados propietarios cultivando la mejor tierra y empleando técnicas modernas y mucha maquinaria, han alcanzado enormes progresos en la productividad agrícola, con el consecuente bienestar para sus países. La escogencia entre estos dos modelos será decisiva para el futuro de Colombia”. Tiene razón el Minagricultura, doctor Lizarralde, cuando dice que no deben fomentarse nuevas siembras de cafetos porque no podemos contender con otros países.
Hay que descartar los cultivos no competitivos y remplazarlos por la agricultura mecanizada, los cultivos genéticamente modificados. Hay que capacitar a los campesinos minifundistas para que trabajen en otros sectores, desarrollar la infraestructura vial para reducir los costos del transporte (y no subsidiar a los transportadores ineficientes). Esto implica una política a largo plazo y no improvisaciones como las de los subsidios a todo el que haga una huelga.