Entre más les van dando….
Como en la copla tolimense, a las Farc, entre más les van dando, más van pidiendo. Manipularon a Belisario Betancur en 1982, a César Gaviria en 1991, a Andrés Pastrana en 1998. Por favor presidente Santos, no se deje manipular usted también. En unas conversaciones que se mantuvieron secretas, como debía ser, el Gobierno y las Farc convinieron cinco temas exclusivos para discutir en La Habana. Estas negociaciones en Cuba ya no tuvieron un carácter estrictamente confidencial, error grave del Gobierno, pues la guerrilla aprovechó para utilizarlas como caja de resonancia para sus pretensiones demagógicas y salen, después de cada reunión, a hacer nuevas exigencias. Han querido introducir en la agenda de La Habana muchos temas adicionales, entre ellos, abolición del sistema presidencial; creación de una cuarta rama del gobierno que llamarían Poder Popular; supresión del umbral electoral; elección popular de las cabezas de los organismos de control; creación de numerosas zonas de reserva campesina sin presencia de la fuerza pública (que ahora, no coincidencialmente, han retomado los revoltosos del Catatumbo); aplazamiento de las elecciones presidenciales y legislativas para prolongar las negociaciones; la “ineludible necesidad” de una asamblea constituyente corporativa, con representaciones especiales, que todo lo pueda cambiar; un acuerdo de paz sin que tengan que entregar las armas (¿partido político armado?) y ahora, la también “ineludible necesidad de adelantar conversaciones” conjuntas con el Eln. No sería de extrañar que dentro de pocos días añadan otras exigencias a esta ya larga lista. El Gobierno insiste que solo discutirá sobre los cinco puntos previamente convenidos. Por ejemplo, dijo el Presidente: "No comiencen pidiendo cosas imposibles que nadie les va a conceder, que no están dentro de los acuerdos" y Humberto de la Calle, cabeza de la delegación oficial replicó, “Nunca más política y armas juntas. Nunca más combinación de todas las formas de lucha”. Las Farc tratan, hábilmente, de explotar el deseo de Santos de ser el Presidente de la Paz y de ser reelecto para extraerle concesiones. Su estrategia parece ser arrinconarlo de tal manera que si fracasan las negociaciones, fracasa también la posibilidad de la reelección y pasaría, como los expresidentes antes mencionados, a ser otro mandatario ingenuo que permitió ser utilizado por la guerrilla y que le facilitó a los insurgentes ganar tiempo y espacio político.
No es cierto que si en esta oportunidad no se logra la paz, está no llegará nunca. El tema está muy bien estudiado. El fin de un conflicto se logra cuando ambas partes están exhaustas o cuando una de ellas no resiste más. Las Farc están cercanas a esta última situación y pidieron negociar para no desaparecer. El Gobierno no debe desperdiciar la oportunidad, lograda con la sangre de nuestros soldados, de someter 8.000 hampones a la ley y no debe permitir que estos “refunden” a Colombia.