Tanto Fidel Castro como Hugo Chávez o cualquier líder de izquierda que se respete, comunista diría yo, están convencidos en su lógica de pensar que lo que ellos hacen no es para mal sino para el bien del pueblo. Para el bien de la revolución.
Fidel Castro, Hugo Chávez y las Farc ahora en cabeza de los niños de Iván son una muestra de lo anterior. Una vez en el poder, Fidel Castro le declaró la guerra a todo aquello que representara el imperio yanqui. Cuba era una isla de vocación agropecuaria y turística. Para el caso cubano, la agricultura tuvo gran relevancia teniendo en cuenta que antes de la revolución Cuba era un país exportador de lo que hoy se conocen como comodities: azúcar, tabaco, cacao. La ganadería también se encontraba dentro de los sectores económicos predominantes de la economía cubana.
La política de Fidel fue limitar la extensión de los propietarios de la tierra para entregarla a los campesinos. Según Lenin, la tierra es para quien la trabaja. Estamos haciendo el bien por la revolución.
Comenzó un proceso primero de redistribución. Posteriormente, de expropiación. Fidel puso un límite inicial de 400 hectáreas. Más adelante se introdujo una segunda ley de tierras donde limitaba el uso de la tierra a 100 hectáreas.
Vino el conflicto entre el pueblo y los explotadores latifundistas. Es lo que se conoce en el libro de Lenin: El qué hacer. O seguimos con el sistema que tenemos o destruimos lo que hay y creamos un sistema para la revolución.
La anterior introducción, para comentar que en una conferencia del Dr. Rubén Darío Lizarralde llamada: La ley de tierras y sus futuras implicaciones, organizada por la Corporación Pensamiento Siglo XXI en su ciclo de conferencias mensuales sobre la realidad nacional, recomendadas; Dr. Lizarralde hizo una exposición sobre lo que significará la nueva ley de tierras presentada por el gobierno nacional al Congreso de la Republica quien con toda seguridad actuará como firmón, como notario de turno, enmarcada dentro de la Ley de Zidres.
La ley de tierras contemplada en el Acuerdo 1 de La Habana, sostiene que se deben “democratizar” 10 millones de hectáreas, 3 millones estarán dentro de lo que hoy se conoce el Fondo de Tierras. Las 7 millones de hectáreas restantes ingresarán a un proceso de formalización o legalización de tierras para lo cual se deben encontrar a los legítimos propietarios.
Se calcula que en las zonas de reservas campesinas creadas por el Acuerdo de La Habana, 26 zonas veredales; existen 1 millón de hectáreas.
La pregunta es la siguiente: si para una hectárea se requiere contar con un capital de inversión de $ 18.000.000 ¿de dónde saldrá el capital de inversión necesario para 1.000.000 de hectáreas es decir $ 180.000 millones?
¿De dónde, señor Márquez, pretenden ustedes encontrar el capital necesario para volver ese millón de hectáreas productivo y sostenible en el tiempo? ¿De los dineros calientes que se encuentran en las cuentas de Suiza o en Andorra gracias a la clave de Simón Trinidad?
Como lo que importa es ser coherentes con la doctrina del Socialismo del Siglo XXI a pesar de su evidente fracaso, la reforma agraria por cuenta de la Ley de tierras acordada en el Acuerdo de La Habana no es más que un ejemplo sobre cómo actuarán estos señores una vez en el poder. Pasarán por encima de cualquiera con tal de alcanzar su objetivo.
Puntilla: ¿Alguien sabe si la FGN le puso atención a la carta que envió el Dr. Angelino Garzón sobre el caso de AGH?