Todo lo que se ha dicho en el mundo occidental contra la invasión de Rusia a Ucrania corresponde a la realidad, según las evidencias que se conocen. Putin está haciendo una guerra de agresión y su ejército está cometiendo crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad que son tipificados y sancionados por el Estatuto de la Corte Penal Internacional, de cuya jurisdicción Rusia se alcanzó a retirar.
Es claro que se ha atentado contra la vida de civiles inocentes, que han caído niños indefensos, que se han afectado hospitales y bienes indispensables para la supervivencia de la población civil, como sistemas de agua y saneamiento. Unicef ha dicho que la invasión a Ucrania ha puesto en peligro la vida de más de 7 millones de niños.
El presidente de Rusia, quien jugó a dividir y debilitar la Unión Europea y la OTAN, ha provocado con su acción militar el efecto contrario y traído consigo la imposición de severas sanciones que están aislando a Rusia del escenario internacional con el bloqueo que hoy existe para continuar con el suministro de gas y de petróleo a Europa. El cálculo que seguramente había hecho Putin en el sentido de que la invasión Ucrania sería una “guerra exprés” que duraría un par de días, ahora parece que su estrategia es la de reconocer la independencia de Donetsk y Luhansk, lo que fraccionaria su territorio.
Por todo lo anterior, no era admisible que Rusia continuara como miembro de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Y tampoco resulta comprensible que su embajador ante tal organismo se refiriera a la implementación de Acuerdo de Paz en Colombia, si hemos de admitir que su país no tiene mucha autoridad para hablar de paz en el mundo. Además, Rusia no ha hecho ningún esfuerzo por la paz de Colombia, a diferencia de otros países.
De acuerdo con ese panorama, la diplomacia de nuestro país debe actuar con cautela y evitar una confrontación directa con el Kremlin, que parece acudir a la política de la venganza. Recordemos que Rusia tiene entre sus aliados a Venezuela, país con el que Colombia no tiene relaciones diplomáticas por los problemas conocidos, y lo mismo Nicaragua, con el que tenemos difíciles relaciones y un conflicto pendiente por resolver por cuenta del fallo de la Corte Internacional de Justicia. Cuando esta columna salga se habrá divulgado un nuevo fallo por obra de otra demanda.
Así las cosas, el presidente ruso, en su paranoia, busca es recuperar los fueros que tuvo la URSS y en diferentes momentos, como nos los recuerda Fukuyama, se ha referido a “la tragedia que supuso el colapso de la antigua Unión Soviética, y sobre como Europa y Estados Unidos se aprovecharon de la debilidad de Rusia durante la década de 1990 para llevar la OTAN hasta sus fronteras. Desprecia la actitud de superioridad moral de los políticos occidentales y no quiere que Rusia sea tratada, como dijo el presidente Obama, como un actor regional débil.” Esa es la actitud mental del autócrata de Rusia, lo cual lo hace muy peligroso.