“Debate por reglamentar protesta social”
Enero es tiempo propicio para aventurar sucesos. Quizás por eso las cábalas de los horóscopos o las adivinanzas de las brujas. Sea como sea y con el simple ánimo de presagiar para prepararnos, lo cierto es que no es difícil adivinar que se aproxima la manifestación social, sistemática, política y contundente.
Que Dios nos agarre bien parados, como decían las abuelas, porque la envidia mostrará sus peores caras. Esa envidia tan humana y tan perversa; tan dañina y tan nuestra es lo que veremos alimentando arengas, mentiras, paros, movilizaciones, injurias y, por supuesto, no faltarán las demoledoras calumnias.
Esa es la gasolina de quienes no ven en los motivos de las movilizaciones los problemas que nos aquejan como sociedad, como la inseguridad y la pobreza, sino que ven en los logros de los otros algo más que ellos no tienen, motivo suficiente para marchar y pedir equidad.
Poco pretenden explicar y mucho menos proponer. Lo relevante no es la razón sino el motivo porque las masas pocas veces entienden de razones y siempre se vislumbran por los “motivos”. La oposición, tal y como se nos prometió, se llevará a cabo en las calles, en los parques y demás espacios públicos. El objetivo es desestabilizar y construir una narrativa que eche abajo los cimientos de la libertad, la institucionalidad y la cultura del mérito.
Y a pesar de todo ello, creo que las mismas resultan indispensables en una democracia porque son la mejor prueba de su existencia, de su propia vitalidad. Solo en las tiranías más temibles, como la cubana o la de Corea del Norte, se prohíben, so pena de muerte o de prisión.
Por eso creo que uno de los grandes debates ha de ser la manera de proteger la manifestación pacífica, como lo reclama el artículo 37 constitucional.
Sobre el debate se avizoran tres posturas, a saber: la liberal que no quiere que se regule nada y menos la manifestación popular pues para ellos serán suficientes las fuerzas de un mercado y los cánones de la libertad individual para encauzar las aguas. Los socialistas que quieren regularlo todo para asfixiar cualquier conato de progreso y libertad. Y los conservadores que pretendemos regular únicamente para proteger.
En este caso reglamentar la manifestación como lo demanda nuestra carta política para proteger a los marchantes de los vándalos y criminales que no entienden sino de odio y de criminalidad y a través de ello cargarse con los legítimos derechos de los promotores, patrocinadores y participantes de las jornadas.
@rpombocajiao
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI