La vida un tema de ética, no de estética | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Febrero de 2020

No cabe duda de que la premisa fundamental sobre la que se construye sociedad es la vida. A veces se nos olvida y la relativizamos  al punto que, en sociedades con conflictos permanentes como la colombiana, pareciera que hay muertos buenos y muertos malos, se trivializa tanto la vida que una muerte es a menudo un indicativo para señalarnos a qué bando o ideología pertenecía el difundo, más no necesariamente es un momento donde como sociedad concurramos con auténtica compasión, sino que es cada vez más común que las redes sociales se atiborren de comentarios en contra del difunto y al revisar bien los orígenes  se puede apreciar con claridad de qué lado estaba el que no se puede defender y el que hace leña con su partida de este mundo.

Esta trivialización de la vida la hemos llevado incluso a discusiones tan serias como el aborto. Hoy el país discute en torno al caso de interrupción del embarazo realizado a una mujer que tenía 7 meses de gestación. No voy a discutir acá si estuvo bien o mal hecho a la luz de las normas jurídicas vigentes en el país, lo que sé es que prescindir de una vida involucra los más profundos sentimientos humanos que podamos experimentar como sociedad. Lo triste es que la discusión nuevamente termina dividiendo opiniones que muy poco consultan argumentos éticos, sino que terminan reflejando posturas meramente ideológicas en las que pretenden encasillarnos, de acuerdo a lo que pensemos en dejarnos ver como militantes de derecha o de izquierda. La vida no tiene partidos y no puede quedar en las garras de ideologías, sean ellas de izquierda o de derecha o cualesquier otra forma de ver el mundo. La vida es una discusión de humanidad.

El único punto en común que tienen la discusión del aborto y de los derechos de los animales es su pertinencia moral, en lo demás son asuntos totalmente diferentes. En el aborto está inmersa la vida misma de uno de nuestra especie, en la de los derechos de los animales el tema es si para podernos beneficiar de las demás especies se hace necesario acudir a prácticas dolorosas y crueles o si por el contrario debemos adoptar otros parámetros de conducta avalados por el sistema jurídico.

Es tan deplorable el ambiente de discusión, que no tardan los más radicales en empezar a inundar las redes con mensajes dirigidos a satanizar a quienes impulsamos los derechos de los animales como mecanismo de protección de la biodiversidad. Se nos dice que preferimos una cucaracha a un bebé en formación, que no nos importa que miles de bebés mueran antes de nacer y tantas tonterías como autores sea posible identificar. Hacen de la falacia un arma que indefectiblemente actuará como un boomerang, más temprano que tarde se les terminará devolviendo, veremos cómo le hacen el quite.

La vida es un tema de ética, no de estética. No es posible que cuantas veces pongamos el tema de los derechos de los animales sobre la mesa aparezcan haciendo uso de comparaciones grotescas con las que quieren hacernos ver como si a nosotros nos interesara más la vida de una cucaracha que la de un ser en formación.

@ludogomezm, luisdomingosim@gmail.com