Verdades a medias que parecen mentiras, ministros que se contradicen y gremios gobiernistas dándole palo al país, es la tendencia.
Al Gobierno le falta coraje para hacerse entender.
Es limitado su contacto con las regiones.
A su vez, algunos gremios muy a gusto con el Ejecutivo. Todo les parece bien.
El presidente Duque necesita hacerse sentir.
Tejer una telaraña con la reforma pensional y laboral enredó la pita.
Faltó responsabilidad social y hablar claro.
Se requiere una reforma pensional y el régimen laboral debe ser ajustado.
Debería afirmarse entonces que se está construyendo un modelo de reformas.
Ahí le faltó liderazgo y olfato al presidente Duque.
Debió hacerse claridad y ser precisos. La gente no come cuento.
Colombianos quieren ver un presidente que mande, con don de mando.
No un mandatario buena gente, pero sin firmeza política para generar confianza.
Y en el otro extremo, líderes gremiales dedicados a celebrarle todo al Gobierno.
Parecen perifoneros oficiales.
Los gremios están para ayudar en la construcción de un mejor país, pero sin tragar entero.
Voceros gremiales y de centros de pensamiento no se cansan de darle leña a la población.
Se la tomaron contra trabajadores y desempleados. No hay propuestas cercanas a la gente.
Hacen gala de una mayor expansión económica para generar empleo, pero el trabajo para la gente no llega.
Defienden a ultranza a sus afiliados y se apartan de la sociedad.
Alinear a favor de contratos por horas no es la panacea.
El quid del asunto no es dar minutos a quienes buscan trabajo estable, digno y bien pago.
El universo laboral contempla pagar por horas en ciertas actividades pasajeras.
Pero esa no es la solución al desempleo.
Un patrono le puede pagar horas o días a un jardinero, a un ingeniero de sistemas, a un pintor o a una empleada doméstica, pero esa no es la regla general.
Preocupa que esa sea la moda. Venga y trabaje unas horas, cotice seguridad social y chao. Un ingreso pírrico para quien poco o nada tiene.
Hay que defender la libre empresa. No hay que darle leña a industriales. Gracias a los productores se da empleo. Pero tampoco darle garrote a los asalariados.
Sacar a más de 10 millones de personas de la informalidad, del rebusque, de las ventas callejeras, del ocio o la delincuencia, es más complicado y costoso que ofrecer unas horas de trabajo.
Entre otras cosas porque hay miles de negocios y compañías que prefieren cerrar al medio día, no abrir fines de semana ni festivos, no tener meseros, cajas y cajeros suficientes con tal de no ampliar nómina, ni siquiera por un par de horas.
Innegable que si un empleador requiere un nuevo trabajador, lo hará por tiempo completo. Si lo necesita medio tiempo, también.
Emplear por horas no es malo, lo malo es que ese sea el modelo a seguir.
Esa telaraña de verdades a medias va tejiendo indignación.