No le puede temblar la mano al Presidente Rajoy en su decisión de aplicar el artículo 155 de la Constitución española, pues de lo contrario, no solo se daría la independencia de Cataluña, causando una verdadera hecatombe política y económica para España, sino que además se iniciaría una carrera independista de otras regiones del país e incluso otros países de la Unión Europea. Y es que con la Unidad nacional de un país no se puede jugar como lo ha venido haciendo el jefe del gobierno catalán, Carles Puidgemont, porque además de ser un acto que va en contra de las normas constitucionales y violar las disposiciones que ha dictado el Tribunal Constitucional español al declarar ilegal el referéndum que igualmente fue celebrado en Cataluña, ha desintegrado la unidad de una comunidad autónoma y de un país.
Es triste ver lo que se está viviendo en nuestra madre patria, que después de haber salido adelante frente a la crisis económica que vivió tan solo hace cinco años, en la que la economía decreció y el sufrimiento de las familias y empresas españolas fue muy grande, ahora se encuentra dividida y en un ambiente de incertidumbre frente a su futuro. España había logrado convertirse en un gran ejemplo a nivel europeo e internacional por adoptar las impopulares medidas de corrección económica para superar la crisis, al igual que por los sistemas creados por esta región del mundo para dar apoyo y ser solidarios buscando salidas a la recesión. Por eso es aún más grande y hasta cobarde que el gobernante de Cataluña haya actuado de esta manera.
Los españoles y todos los países debemos hoy apoyar al gobierno español en las medidas que está tomando y en la búsqueda de una solución que permita, de nuevo, estabilizar la unidad española. Los perjuicios económicos ya se están viendo. La baja del crecimiento de ese país ya se calcula en 0.5% para este año. Y los perjuicios para Cataluña aún son peores. Más de 1.320 empresas han cambiado su sede legal y residencia fiscal. Y es muy clara su decisión porque además de no estar de acuerdo con la separación de Cataluña de España, no pueden quedar por fuera de la Unión Europea, de su sistema bancario, de la política de ayuda de los países de la Unión y de su sistema de integración. Si bien es cierto que no se dará por ahora el traslado de sus empleados, no se descartó que ello ocurriera si se hubiera dado la independencia catalana.
Y qué decir del perjuicio para el turismo en esta región donde ya muchas personas que tenían previsto visitarlos han cancelado sus viajes por temor a revueltas y desórdenes que se puedan presentar. Vendrán días duros en la implementación de la intervención al gobierno catalán, de sus instituciones y de su parlamento, pero no había otra salida.