Nada bien le hace al Gobierno y, por qué no decirlo, tampoco al país, que los altos funcionaros públicos pretendan resolver sus problemas internos a través de los medios de comunicación. Menos aun cuando lo hacen convocando al pueblo a manifestarse a través de protestas en las calles contra una u otra iniciativa que han dejado a estudio del Congreso de la Republica, buscando presionar a los parlamentarios a que no aprueben las iniciativas que el mismo Gobierno ha puesto a su consideración. Sobre todo cuando no son pocos los problemas que tenemos.
En efecto, para nadie escapa la prioridad que hoy existe en materia de orden público de ver cómo se salva la posibilidad de terminar el conflicto armado, que hemos vivido por más de cincuenta y dos años, y en nada contribuye a generar nuevos frentes de discusión y diferencia públicos al interior del Gobierno. Es urgente que se llegue a una solución rápida en los temas de paz y no dentro de seis meses o un año, pues ya en esas fechas sólo tendríamos el recuerdo del esfuerzo hecho, y la celeridad requerida puede afectarse con las diferencias públicas entre los funcionarios del Gobierno.
Es que, como se dice en el lenguaje popular, la ropa sucia se lava en casa. ¿Y es que acaso no está funcionando el Consejo de Ministros, donde se supone que después de las respectivas consultas ante todos los Ministerios, se da la aprobación de las iniciativas que la rama ejecutiva del poder público pone a estudio del Congreso de la República? ¿No se han hecho las consultas o no fue estudiada la reforma tributaria en el Consejo de Ministros? La verdad, y lo claro, independientemente de la conveniencia de no trasladar al público debates internos, es que los colombianos estamos ya cansados de la falta de seguridad y estabilidad jurídica en materia tributaria, pues esto ha llevado a que no haya en la actualidad ningún interés de los inversores internacionales en llegar a Colombia y, en el ámbito nacional, porque para nadie es un secreto que los proyectos que se tenían en mente y que no habían arrancado están en el congelador ante la incertidumbre de los empresarios del futuro próximo.
Incluso en la reunión de los Presidentes y jefes de Estado y de Gobierno que se llevó a cabo el pasado fin de semana, en Cartagena, escuchamos cómo el Presidente del Perú en las distintas entrevistas que le hicieron manifestó su desacuerdo con ciertos puntos de la reforma tributaria. ¿Intromisión en terrenos ajenos? No se sabe, pero lo único cierto es que lo dijo. Leyendo la iniciativa encontramos que muchas de las decisiones se pide establecerlas para luego desmontarlas. ¿Será entonces que el interés no es pensar a largo plazo sino superar la crisis económica de este Gobierno y que en el futuro quien venga lo supere con nuevas iniciativas? Si como ha se ha venido diciendo el Ministro de Hacienda y Crédito Publico esta es una reforma estructural, estamos entonces viviendo un muy mal momento y actuando sin visión de Estado.