Seguramente hay quienes se alegren frente a la crisis que atraviesa actualmente el acuerdo de paz con las Farc. Lo más importante en un proceso de paz es que se lleve a cabo como política de Estado y no de gobierno, porque lo primero le da fuerza, credibilidad, respaldo, solidez y sostenibilidad.
Independiente de los temas cubiertos en el acuerdo, y a pesar de que muchos colombianos no lo comparten, lo cierto es que la consecuencia del mismo ha sido la entrada de los miembros de las Farc a la democracia de nuestro país.
En estos momentos, su antiguo jefe debe estar viendo que hacer política y ejercer un liderazgo a un movimiento político no es tarea sencilla. Porque la regla fundamental del ejercicio de la política es la libertad de opinión, el liderazgo de las ideas y la identificación de los objetivos. De allí que la carta de Joaquín Gómez, antiguo integrante del Secretariado de las Farc y jefe de uno de sus bloques, hoy disienta de las decisiones y posturas de su líder. Esa es la democracia.
Claro está que esto no debe llevar a algunos de sus miembros a regresar al pasado sino todo lo contrario. Lo que deben hacer es, en el foro del debate de su nuevo movimiento político, discutir y hacer las reflexiones adecuadas y propicias para el cumplimiento de sus propias ideas.
Lo que no es comprensible es que, quien fue jefe negociador de las Farc, Iván Márquez, así como un grupo de personas de esta guerrilla que habían estado entre los principales artífices del acuerdo de La Habana, ahora hayan desaparecido y nadie sepa dar razón respecto a dónde se encuentran, ni siquiera sus propios ex compañeros, según lo han manifestado. Deberían con prontitud dar alguna explicación, pues de lo contrario estamos viviendo una profunda crisis de este acuerdo de paz y la credibilidad del pueblo colombiano en este tema se va perdiendo.
Debemos trabajar todos unidos para que tantos años de violencia pasen a los libros de la historia y nos dediquemos a construir un país donde impere el respeto por la Ley, los valores de la ética y la moral, el imperio de la justicia y el desarrollo social.
El país sabía que lo pactado por el expresidente Juan Manuel Santos en ese acuerdo era incumplible por el costo económico que éste generaba y los críticos de ese proceso. Pero eso también lo sabía la guerrilla.
Ahora todos los colombianos queremos es paz y no una nueva violencia.
Aquí está la responsabilidad que tenemos todos.
Hago un llamado para que nadie desaproveche la hora de trabajar por la democracia en el marco de la verdad, la justicia y la equidad.