En el siglo XIX, en Estados Unidos, una revista decidió consultar a la ciudadanía sobre sus preferencias electorales y a partir de ahí este medio, el Literary Digest a lo largo de los años, pasando al siglo XX influyó de alguna manera en las elecciones norteamericanas. Salieron otras firmas con modelos mas técnicos como el Instituto de opinión publica Gallup, fundada por George Gallup, en 1935, que lleva 83 años realizando sondeos de opinión en todo el mundo, acertados unos y errados otros.
Pero durante más de un siglo surgieron innumerables firmas encuestadoras bajo la premisa de publicar con exactitud la expresión del ciudadano. Pero la realidad ha sido otra a lo largo de la historia, nunca se ha podido demostrar la imparcialidad y objetividad de las encuestadoras; lo contrario, pareciera ser que éstos se inclinan a favorecer al contratante, sea una organización política, empresarial o social, esto depende del interés en la publicación.
Uno de los juegos perversos más utilizado con la publicación de las encuestas es la influencia en la gente, pues por estudios de comportamiento sociológico se descubrió el sentido gregario de la población, pues al elevar la intención de voto o popularidad de un candidato, muchas personas tienden a arribar a ese candidato y en múltiples ocasiones ha favorecido la opinión llevándolo al triunfo.
Álvaro Gómez decía que las encuestas son como las morcillas, que nunca se sabe como se preparan y es cierto, pues en el diseño de la muestra muchas veces la encuesta se resuelve, se induce al encuestado a la respuesta deseada, igual en la clasificación poblacional, la formulación de la pregunta, el numero de personas a consultar, los estratos socioeconómicos y el clima nacional. No es igual preguntar la aceptación de un gobierno después de un paro que volver a preguntar cuando una medida es favorable o algún triunfo del gobernante.
Por ejemplo en Colombia se están haciendo encuestas para medir la intención de voto de 18 precandidatos presidenciales, todas disímiles, ninguna coincide, en unas unos suben y en otras bajan. Solo un dato curioso y peligroso, que Petro está siempre en los primeros tres lugares. ¿En qué cabeza cabe que un hombre que no puede ser candidato por estar inhabilitado, pésimo gobernante totalmente demostrado, rechazado mayoritariamente sea el líder de las encuestas? ¿Cómo se explica que en una encuestadora el exprocurador Alejandro Ordoñez registre el 6% y al mismo tiempo en otra el 0,6%?, No tiene sentido y así igual con muchos candidatos. Conclusión: diseño de la muestra.
Recientemente Datexco, que nutre a la W Radio y al diario El Tiempo, fue denunciada por seis de sus colaboradores de fraude, por no realizar los procedimientos técnicos, por duplicar los datos. Pues bien parece que este fenómeno es un común denominador de muchas encuestadoras. Pero la realidad es que las encuestas sí influyen en la opinión, la gente les cree y las sigue, muchas han acertado en sus pronósticos, otras no. Pero definitivamente es una herramienta que define gobernantes.