El 15 de octubre se conmemoran cien años de la ejecución de Margaretha Geertruida Zelle, más conocida como Mata Hari, nombre que la hizo célebre. La futura bailarina nació un 7 de agosto de 1876 en Leeuwander-Holanda; población en la que asistió a la escuela a aprender actividades de preescolar y en cuyo establecimiento el director intentó violarla a los 16 años.
Resuelta a salir de su ciudad de origen, decidió casarse con el capitán Rudolf MacLeod, 20 años mayor que ella, con quien se contactó a través del anuncio en un periódico, y se fueron a vivir a Indonesia, donde aprende las exóticas y voluptuosas danzas orientales que la hicieron famosa. El matrimonio solo duró cinco años y tuvieron dos hijos. El menor murió presuntamente envenenado por la niñera. De regreso de esa región, separada, sin la custodia de su hija y con problemas económicos, decide probar suerte en Paris; ciudad en la que, en 1905, debuta como bailarina en el Museo Guimet con el apelativo de Mata Hari.
Su éxito la lleva a los principales salones del espectáculo en Europa en los que conoció influyentes personajes de variada índole, especialmente militares, por quienes sentía una especial predilección. El estallido de la Primera Guerra Mundial la encontró en Alemania, en 1915, desde donde hizo grandes esfuerzos para salir con destino a Holanda. A comienzos de 1916 terminó por aceptarle al cónsul de Alemania un dinero a cambio de información por los contactos que tenía en Paris con militares.
En esos años de dura confrontación el ejército francés experimentaba frecuentes deserciones y el espionaje se había vuelto un mecanismo de inteligencia para obtener información sobre la estrategia de los bandos enfrentados en la guerra, como era el caso de Francia y Alemania. En Paris, Mata Hari contacta al capitán George Ladoux, con quien consigue autorización para visitar a un joven militar ruso, su nuevo enamorado, quien peleaba contra los alemanes, pero éste la puso a su servicio. Le hizo diferentes encargos y la mantenía vigilada porque no confiaba en ella. “Un agente doble es un arma perfecta de información y desinformación”, se decía.
Quizá fue el agente H-21 de Berlín. El asunto es que Francia la convierte en el enemigo interno a eliminar. A comienzos de 1917 los franceses identificaron un texto de los alemanes en el que aparece H-21 como agente doble. Se ha creído siempre que ese fue el método que encontraron los alemanes para entregársela a los franceses. La detuvieron en el Hotel Palacio del Elíseo y le promovieron un consejo de guerra que la condenó a muerte sin pruebas suficientes. La recluyeron en la cárcel de Saint-Lazare y la orden de fusilamiento debía cumplirse el 15 de octubre de hace un siglo. Según cita de Paulo Coelho, ella misma escribió: “No sé si en el futuro se me recordará, pero, si así fuera, que nadie me vea como una víctima, sino como a alguien que nunca dejó de luchar con valentía y pagó el precio que le tocó pagar”.