La ley de la ira | El Nuevo Siglo
Lunes, 5 de Diciembre de 2022

La transición energética no solo es urgente y global, sino que al parecer será una dura competencia económica. Los países -economías- que más se demoren en adoptar medidas y construir acuerdos regionales y multilaterales, más aumentarán sus riesgos. Pues, desde la COP26 en Glasgow -noviembre de 2021- que trascurrió en medio de un mundo aparentemente sin graves tensiones y que se tomaba la descarbonización con cierta “lentitud estratégica” se pasó en menos de una año a un escenario de grave conflicto -guerra de Rusia en Ucrania- y fuertes tensiones regionales con efectos económicos y energéticos mundiales. Además, los desafíos climático, alimentario e inflacionario de estos tiempos están poniendo a prueba como nunca antes la relación global-local. Así, cada vez más, los gobiernos deben responder a los problemas internos sin dejar de atender el convulsionado entorno global.

En este sentido, la reciente visita de Estado del presidente francés, Emmanuel Macron, al presidente Joe Biden en Washington es una imagen de las crecientes y diferentes tensiones en la relación global-local. Aunque, dada la cercanía y amistad de estos dos presidentes, los cuales no escatiman oportunidad para así mostrarse, la reunión podría tomarse como protocolaria y sin mayores diferencias.

Pero, no ha sido así, pues sin afectar los términos personales y diplomáticos, el presidente francés cumplía también una misión encomendada por los países de la Unión Europea. Quienes aumentan el volumen de su inconformidad, llegando casi hasta la ira en Bruselas, por los efectos que la Ley de Reducción de la Inflación, conocida como IRA (por sus siglas en inglés), aprobada en agosto pasado en los Estados Unidos; a la que atribuyen haber introducido cierto proteccionismo que les afecta su industria automotriz en un momento de recuperación económica global.

Sin embargo, la ley IRA es considerada en EEUU, y por algunos observadores, como uno de los mayores logros del presidente Joe Biden para responder a sus desafíos internos en un difícil momento económico y político del país. Dicha ley no solo atiende el problema de la inflación; y si bien no salió completa como inicialmente lo quería el gobierno Biden, logró articular la ruta para la descarbonización de su economía con un plan para los próximos 10 años y una inversión de más de 350.000 millones de dólares, con una serie de estímulos y subvenciones en muchos sectores estratégicos y un inmediato impacto social al reducir los costos de los medicamentos, la atención en salud y la energía. Además, de haber gravado con un impuesto mínimo del 15% a las grandes empresas. “Es un paso muy importante en la dirección correcta” opinó entonces Joseph Stiglitz.

Pero, para la UE los subsidios y las exenciones fiscales que la ley IRA concede a las empresas que fabriquen vehículos eléctricos en territorio de Estados Unidos, ponen en desventaja a su importante industria automotriz y a las empresas de la llamada “economía verde”, relacionadas con la fabricación de batería y equipos de energías renovables. “Es súper agresivo para nuestras empresas” dijo Macron  en Washington. Así las cosas, resulta necesario preguntarse ¿Cómo avanzar en la transición energética obteniendo mutuos beneficios económicos entre países y regiones?

@Fer_GuzmanR