Me es triste decirlo, pero el sistema judicial ha perdido credibilidad, es más, está perjudicando a la gente. Poner una demanda se ha convertido en un verdadero calvario, lo que genera impunidad, rabia y desconfianza en la protección del Estado a los ciudadanos.
Este curioso fenómeno de marca nacional se da por la lentitud de la justicia, no es ágil, los procedimientos son eternos y esto siempre favorece a los pícaros y tramposos, pues muchos litigantes conocedores de “la letra menuda procesal” en algunos casos en contubernio con los jueces o fiscales y en otros por exceso de trabajo o simplemente por negligencia o pereza de estudiar a fondo el expediente, lo procesan a la ligera sacando cualquier fallo generalmente normativo mas que de conciencia, muchas veces contrario a la realidad.
Lo digo con dolor pero sinceramente, porque como colombiano me duele este franco deterioro de la justicia. Es increíble que una demanda laboral para reclamar salarios caídos, prestaciones sociales o una pensión, se demore hasta 20 años, cuando el trabajador ya ha muerto o es un anciano desahuciado. Por lo general los abogados patronales ante el fallo de primera instancia que los condenan apelan, al confirmar el Tribunal dicho fallo en segunda instancia, entonces recurren a la tercera que es la Corte Suprema de Justicia al largo e interminable proceso de casación. Con esto juegan al tiempo, al envejecimiento o muerte del demandante, al mecanismo de insolvencia del demandado y muchas triquiñuelas mas contribuyendo con esto al triunfo del culpable.
Pero de otra parte también el demandado si no concilia y la justicia opera tarde, entonces los valores condenados en su contra se eleva en tal proporción que muchas veces se vuelven impagables, pero si el perdedor es el Estado o es una persona natural o jurídica solvente, el negocio es muy rentable para el demandante.
Estos casos no son solamente de la justicia laboral, se presentan en todas las ramas del poder judicial. En derecho administrativo, en el civil y ni que decir del penal, personas con 10 y mas años de cárcel, resultan inocentes o culpables que por vencimiento de términos permanecen libres. Jueces de penas y garantías que se venden o se equivocan.
No es mi intención desprestigiar el sistema judicial, es solo una reflexión de un colombiano decepcionado de nuestra justicia, porque sin proponérselo la estructura judicial se está convirtiendo en cómplice del delito, pues a fin de cuentas el gran perdedor es el ciudadano que no alcanza a recibir el beneficio esperado de la ley.
Pero al margen de esta opinión también existen jueces, fiscales, magistrados muy honestos y probos que hacen todo lo posible por impartir justicia rápida, efectiva y honesta.