Es sorprendente ver al presidente de Argentina, el izquierdista Alberto Fernández, afirmando que se debe impulsar el crecimiento económico de su nación para poder hacer frente al pago de los cuantiosos empréstitos concedidos por el Fondo Monetario Internacional. En otras épocas, estos izquierdistas se negaban a pagar y listo.
Pero más sorprendente aun es ver al sempiterno senador de izquierda Jorge Enrique Robledo, hoy lanzado como candidato presidencial de la denominada Coalición Centro Esperanza, asegurando que lo que nuestro país necesita es crear empleo y riqueza, para lo que propone cosas muy concretas como subir los aranceles a las importaciones de textiles y calzado, combatir el contrabando y renegociar los Tratados de Libre Comercio. Incluso, aboga por la minería tanto a grande como a pequeña escala; para su explotación tanto por parte las multinacionales del ramo como por parte de los mineros artesanales.
Entre tanto, la izquierda de Gustavo Petro mantiene sus ideas inamovibles en contra del sector productivo. Mas bien se atreve el candidato del comunismo a anunciar procesos de indulto y amnistía para los terroristas de la autodenominada ‘Primera Línea’ que encabezaron las asonadas del año anterior y hoy están en cárceles o enfrentando pleitos judiciales.
¿Serán ciertas las maravillas que enuncian el presidente de Argentina y el candidato Robledo? ¿Será que sí existe un sector de izquierda verdaderamente democrático y alejado de la idea de destruir la economía con lo que de paso se arrasan las libertades? Difícil creerlo si nos atenemos a las barbaridades que está cometiendo desde ya el presidente electo de Chile, el ultraizquierdista Gabriel Boric, y la también zurda Convención Constituyente que está desmantelando a ese país.
Claro que, a ratos, Petro intenta evitar que sus extremistas posiciones políticas generen temor, y entonces asegura cosas que contradicen todo su pasado como eso de que no es comunista o que en su gobierno no tendrán cabida las expropiaciones, aun cuando hace años viene amenazando con ese tema a importantes sectores productivos y a medianos productores agropecuarios.
Para entender eso hay que tener presente que todo en él y su corriente política es falsedad y simulación. No de otra manera podría considerarse si se analizan aspectos como sus constantes ataques al escuadrón antidisturbios de la Policía, a pesar de que cuando fue alcalde de Bogotá, entre 2012 y 2015, lo utilizó más de mil veces en contra de manifestaciones de protesta, según investigación de la senadora Paloma Valencia publicada por la revista Semana (2021/06/26).
Y ni qué decir de la corrupción, de la que Petro se autoproclama como su mayor enemigo, aunque el Señor de las Bolsas nunca ha podido explicar el video en el que un corrupto contratista de su administración como alcalde de la capital, hombre de toda su confianza y antiguo compañero de armas en el M-19, le entrega fajos de dinero en efectivo y lo graba para blindarse. Todos hemos visto el ‘Petrovideo’. Hoy, el contratista Juan Carlos Montes tiene circular roja de Interpol y se refugia en Suiza, país con el que no hay tratado de extradición.
Mientras tanto, Petro corre por la presidencia y realiza monumentales actos de campaña de cuya financiación tampoco nada se sabe; alguna bolsa habrá por ahí. El candidato se dedica a decir lo que la gente quiere oír porque la izquierda solo puede llegar maquillando lo que quiere hacer, engañando incautos y simulando ser una fuerza democrática, cosa que no es.
@SaulHernandezB