Vuelve y juega la justicia ideologizada y sesgada a los intereses políticos de la izquierda. Esta vez irrumpe contra el expresidente Uribe a quien lo tenían en la mira de tiempo atrás, pues no descansaron hasta que lo obtuvieron.
Quien puede creer en la justicia de este país, si los altos tribunales exoneran a criminales confesos y comprobados, los glorifican y protegen, pues sólo basta ver aquellos a quienes les dieron curules, salarios, prebendas, medios, así como un tribunal especial para que los exima de toda culpa. Ni un solo condenado.
Álvaro Uribe Vélez ha sido uno de los mejores presidentes de Colombia. Le puso la cara a la subversión, los afrontó con la seguridad democrática logró casi vencerlos, no le alcanzó el tiempo dejando con sus votos como sucesor a Juan Manuel Santos, quien se comprometió continuar con la seguridad democrática, traicionando ese legado, cambiándolo por un proceso de paz inútil, que ha sido un fracaso costoso con una memorable impunidad para los más crueles asesinos, violadores, secuestradores, extorsionistas y narcotraficantes, delincuentes protegidos por la justicia.
Es una gran infamia lo que están haciendo con el expresidente, un hombre que lo único que ha hecho es ponerle el pecho al país, exponerse para cumplir con su misión de vida, cuando podría estar tranquilo disfrutando sus años maduros en cualquier parte del mundo o en su finca criando terneros, ordeñando vacas, montando a caballo, educando sus nietos y escribiendo sus memorias, pero no, él decidió que su lucha democrática continuaría y ahí lo vemos en el Senado con su partido guerreando como un patriota por Colombia.
Pero se equivocan sus enemigos, porque Uribe es como dice la canción: “cuando los vientos de la vida soplan fuerte, es como el junco, que se dobla, pero siempre sigue en pie”. Así que de esta saldrá, porque la verdad siempre triunfa, y como buen creyente tiene la confianza en Dios y la Santísima Virgen lo cubre con su manto sagrado, además del respaldo un pueblo mayoritario que lo quiere y le agradece. No está solo.
Los hombres buenos y valientes siempre pasan por tribulaciones como ésta, pero como dice el verso de Almafuerte: “es cómo el clavo enmohecido que aún viejo, vuelve a ser clavo y no la cobarde intrepidez del pavo que amaina sus alas al primer ruido”.
¡Adelante presidente!