Mientras el mundo mira expectante la posible invasión rusa a Ucrania, en Colombia el panorama político se ve gravemente afectado por la alteración del orden público, las inquietantes alzas en los alimentos y las denuncias de corrupción en altas esferas políticas.
Por fortuna para el planeta, Rusia no está en posición de enfrentar militarmente a Estados Unidos, cuyo presupuesto anual en materia de Defensa es diez veces mayor al de los rusos, que basan su poder en las viejas ojivas nucleares que mantienen a su disposición solo para mostrar los dientes porque en ese juego nadie va a entrar. Claro que una guerra convencional tampoco le favorece a Rusia, que tendría demasiado para perder ahora que tiene a Europa dependiendo de su gas y su petróleo a precios que están por las nubes.
Entretanto, no resulta nada fácil de explicar que los Estados Unidos se jueguen el todo por un país lejano como Ucrania mientras les dan la espalda a las incursiones de China y Rusia en su patio trasero. La intromisión rusa en Colombia, desde Venezuela, ya es un grito a voces, no solo por su presencia militar en la frontera sino por los probables ciberataques que podrían incidir en los resultados electorales de Congreso y Presidencia.
Y aunque las provocaciones de la Federación Rusa hacia Colombia vienen de tiempo atrás, lejos estamos de que los gringos, aun siendo su “principal” aliado en la región, nos muestren su apoyo arrimando alguno de sus portaaviones para hacernos respetar. No lo hizo Trump y no lo hará Biden, quien sí acaba de poner a órdenes de la OTAN su portaaviones Harry Truman, con 90 cazabombarderos a bordo, para defender a Ucrania.
Como fuere, aun sin el favorecimiento militar ruso a la dictadura de Maduro, tenemos un grave problema en la frontera con Venezuela debido a los perniciosos efectos del proceso de entrega a las Farc que propició Juan Manuel Santos, el infame “Premio Nobel de la Coca2. En efecto, Santos no disolvió a las Farc, sino que las dividió en al menos tres grupos: uno que hace política y tiene curules en el Congreso; otro que sigue en la guerra financiado por el narcotráfico y otros negocios ilegales como el del oro; y un tercero que es de narcos puros que para hacer más rentable el negocio no dudan en valerse del fusil. Santos también revivió al Eln, que prácticamente había desaparecido tras los ocho años de la Seguridad Democrática de Uribe.
Ahora hemos vuelto de lleno a esas épocas en que a diario se enterraban uniformados y en que los ataques terroristas eran habituales. Y todo por la coca, con una amplia capacidad de incidir también en las elecciones. De hecho, el criminal ‘comité del paro’ está convocando a protestas el 3 de marzo, solo diez días antes de las elecciones parlamentarias, con el pretexto de la inflación, la que ellos mismos ayudaron a disparar. Recuérdese, además, que las guerrillas han financiado y protagonizado la violencia en estos paros.
Lamentablemente, el panorama se ha enrarecido aun más por la situación económica de las familias, que afrontan una inflación inesperada que viene empujada por fenómenos externos y que se sale de nuestro control. Como si fuera poco, la corrupta Aída Merlano prendió el ventilador desde Venezuela para tratar de salpicar a toda la clase política para favorecer a Petro, único al que le cae como anillo al dedo toda esta situación.
Y para que vean lo difícil que es enfrentar a un bribón como el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, noten la jugada maestra con la que se va a adjudicar el triunfo en su revocatoria, si acaso se lleva a cabo: 200.000 computadores para los estudiantes de los colegios públicos de la ciudad. Un niño, un computador; ya empezó a repartirlos. Con eso se granjea el voto favorable de la mamá, el papá, los tíos, los abuelos… Y viene un plan para regalarles lavadoras a amas de casa de barrios subnormales. ¡Se las sabe todas! Definitivamente, hay que aprenderle.
@SaulHernandezB