La evolución ha sido una constante en la historia desde la aparición del hombre, pasando por las diversas revoluciones tecnológicas, el cambio es parte del ADN del ser humano y también de la tecnología y las empresas.
Las experiencias de los últimos dos años han hecho que las palabras cambio, flexibilidad y adaptación sean cada vez más habituales en el entorno. La pandemia y el incremento del teletrabajo significó desafíos para las empresas, dado justamente por el trabajo remoto, una mayor demanda de ancho de banda en las conexiones, más uso de la nube, y por supuesto del almacenamiento.
Según una investigación publicada recientemente por Global Industry Analysts[, en 2020 el valor del mercado de almacenamiento en la nube alcanzó los USD41.800 millones, siendo la digitalización acelerada por la pandemia su gran impulso en la migración al cloud.
Se prevé que el valor del mercado va a crecer a una tasa interanual compuesta superior a la prevista antes de la crisis sanitaria, aumentando un 19,2 % anual hasta 2026, para cuando se espera que alcance los USD124.000 millones.
También vemos que esta tendencia de ir a la nube, se da mucho más fuerte y rápido en las empresas pequeñas y medianas, que en las grandes compañías. Notamos que, en éstas últimas, los datos críticos y más sensibles, son almacenados aún en los propios Data Centers (on premise); llevando a la nube los datos o aplicaciones menos sensibles. Casos de uso como el long time retention son un ejemplo de esto.
También vemos una fuerte tendencia de nubes híbridas, lo que permite a los clientes mover datos y aplicaciones entre los distintos ecosistemas, dado que aún los costos de llevar todo a la nube versus las tecnologías on premise en muchos casos es más alto.
Hoy, el mundo necesita que sus arquitecturas de almacenamiento evolucionen rápidamente y de forma estable, lo que significa que las nuevas estructuras del almacenamiento deben estar preparadas para una constante transformación, con nuevos requisitos de rendimiento y menores costos.
Independiente de si el objetivo es alto rendimiento, costo-rendimiento equilibrado, o necesidades de menor costo, todos deben responder a la presión del cambio. Incluso, el final de la vida útil de una solución de almacenamiento debiera ser indoloro, ya que la transición a nuevas tecnologías demora horas o días.
Hay tres características que definen a las soluciones de almacenamiento que emergen de las presiones de la era del cambio: eficiencia, resiliencia y agilidad. Si bien los tres términos están profundamente arraigados en el ADN de estas tecnologías, la presión evolutiva está trabajando arduamente para reescribir dramáticamente el código que define a cada una, y con ello generar más eficiencia.
Mientras la nube seguirá ganando protagonismo en 2022, ya que está ofreciendo a todas las empresas la agilidad, escalabilidad y flexibilidad que necesitan para poder afrontar los cambios repentinos y continuar innovando, así también lo harán las tecnologías de almacenamiento on premise.
Esto obliga a los fabricantes a seguir innovando en soluciones que permitan a las empresas diferenciarse de sus propios competidores. Para esto el desarrollo nunca se detiene, y se incorporan cada vez más tecnologías como Inteligencia Artificial o Machine Learning; lo que genera un cada vez más rápido acceso a los datos, de forma inteligente y segura.
Hay un enorme potencial de crecimiento, y tenemos que seguir trabajando para entregar el más amplio abanico de soluciones que permita a las empresas innovar más rápido, ser más eficientes, otorgar mejores servicios, y tener sus datos protegidos. Dado que entendemos que el desafío que tienen los clientes es la convivencia con los mundos híbridos.
*Gerente de Ventas Hitachi Vantara América Latina