La chatarra | El Nuevo Siglo
Domingo, 14 de Agosto de 2022

Así defino yo la chatarra: lo que no nutre a la esencia.  La definición del diccionario de la RAE habla de escoria; la de comida chatarra en la página de la Red Papaz hace referencia a productos ultraprocesados.  

Hemos aprendido a consumir chatarra de todo tipo: comida, entretenimiento, contenidos en redes sociales… Todo ello tiene comunes denominadores: es fácil, rápido y divertido, tres características que son una verdadera trampa para que sigamos lejos de lo esencial.  Fácil, pues no requiere mucho esfuerzo.  Definitivamente, destapar un producto de paquete y combinarlo con una bebida azucarada es algo que desde niños podemos hacer, tanto en la casa como en el colegio, con una gran variedad de sabores, pues la oferta es tan amplia que podríamos durante los siete días de la semana hacer tantos “combos” que no precisaríamos repetir ninguno. Es tan fácil como sintonizar un reality, una telenovela tradicional, un evento deportivo o la sección de farándula de un noticiero: no requerimos pensar demasiado, no exige mucho análisis y, por ende, no necesitamos hacer ningún ejercicio de síntesis que nos permita crecer.  Todo entra derecho, cada día, todos los días.  

Por las razones anteriores, la chatarra también es rápida. Está lista, servida, programada en una parrilla. Y por supuesto que está bien hecha para que la consumamos todo el tiempo, pues resulta atractiva para los sentidos: colores brillantes, caras hermosas, música pegajosa, olores y sabores deliciosos.  ¡Por supuesto que son riquísimos! A mí me gustan muchos productos de paquete y gaseosas, sería hipócrita de mi parte decir que no. Sé que no nutren sino llenan, como también que nos deben aún etiquetados que adviertan claramente que son nocivos; al igual que muchos contenidos mediáticos que tampoco nutren el alma, sino que llenan los vacíos que deja la cotidianidad con una suerte de anestesia que adormece.  Sí, es divertido comer chatarra, como lo es también ver y escuchar chatarra.  Y ahora, gracias a las redes, también es divertido producir y difundir chatarra.

Lejos de caer en el discurso maniqueo de bueno o malo, porque la vida no es lineal sino compleja y plantea una gran gama de grises, sabemos que la chatarra no es lo que más necesitamos, pero la seguimos consumiendo.  Entonces bienvenida un alza en los impuestos, a ver si por la fuerza del bolsillo nos enfocamos en contenidos más provechosos, que verdaderamente nos alimenten, cuerpo y alma.  No es casual que los productores tanto de comida chatarra como de contenidos mediáticos chatarra sean los mismos: en la mitad de la telerrealidad nos venden el azúcar y la grasa, todo ultraprocesado.  Podemos desaprender todo ello y aprender a consumir lo que sí nutra a la esencia. Difícil y posible.

@edoxvargas